El Centro de Transeúntes cierra con el desconcierto de los usuarios
Los trabajadores del Centro Municipal de Transeúntes rompieron su silencio en la última jornada en su puesto. Aseguran que ni el Ayuntamiento, ni la Cruz Roja dicen la verdad en el proceso que ha llevado al cierre de las instalaciones. Los usuarios abandonaron ayer por la mañana las dependencias entre el desconcierto generalizado.
Pasada la hora del desayuno, los usuarios del Centro Municipal de Transeúntes recogieron sus pertenencias y abandonaron el inmueble. A lo largo de la mañana, nuevos inquilinos se acercaron a la ventanilla que sirve de registro de entrada, en ella, un cartel, en varios idiomas, informaba de que aquellos que necesitaran cobijo debían dirigirse a las oficinas del Patronato Municipal de Asuntos Sociales. Los trabajadores de la Cruz Roja, que han mantenido abierto este servicio desde 1989 los 365 días del año, se cuestionaban si habrá alguien allí hoy y mañana que atienda a estas personas.
La nostalgia y la impotencia se mezclaban a partes iguales entre las nueve personas que, con su esfuerzo diario, han conseguido dar un trato digno a los usuarios. Por ello, no querían irse sin aclarar antes diversos conceptos. Y es que los afectados por el ERE de la Cruz Roja consideran que ni el Ayuntamiento ni la organización humanitaria han dicho la verdad en todo este proceso.
A la Administración local le acusan de mentir sobre las deficiencias técnicas en las instalaciones. Aseguran que en estas se ha acogido a los visitantes que han pasado por la capital con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) y que, para ello, se reparó y se adecuó todo lo que podía presentar algún problema. Por ello, sospechan que es el motivo económico —el Consistorio no tiene personal ni dinero para contratarlo— lo que subyace detrás del cierre.
En el otro extremo, también arremeten duramente contra la Cruz Roja. Así, subrayan en un documento firmado por los trabajadores: “Desde octubre de 1989, (esta organización) ha gestionado el Centro Municipal de Atención al Transeúnte (CMAT). A lo largo de este tiempo, hemos podido ver a diferentes directivos dándonos lecciones de moralidad cuando tocaba —en la campaña de la aceituna—. En su discurso, aparecían palabras como: compromiso, solidaridad con la ciudadanía de Jaén y especialmente, con los más necesitados. (...) Quizás deberían habernos hablado de lo único que les interesa: la rentabilidad”.
Explican, en el último año, debido a la situación económica, el CMAT tiene una ocupación media de treinta personas por noche. De ellas, hay siete usuarios que, por motivos diferentes, exceden los tres días máximos establecidos en las estancias y, en concreto, hay una mujer de más de ochenta años que es fija desde hace dos años y media ya que no tiene otra posibilidad de resguardo. En opinión de los empleados, este servicio ha sido muy rentable para la Cruz Roja durante años y, según ellos, durante todo ese tiempo, no se ha ocupado de mejorar las condiciones de trabajo de la plantilla. Sin embargo, “a la mínima dificultad, sale corriendo y deja tirados a los más necesitados, precisamente en unos momentos como los actuales”, apostillan. Irene Bueno / Jaén