El camino hacia la vida militar

Es un deportista nato, toca la trompeta y la guitarra, tiene un pasado reciente como competidor de taekwondo y jugador profesional de tenis, trabaja de socorrista, es diseñador gráfico, sale de costalero en Semana Santa, forma parte de una comparsa carnavalesca, mantiene viva su afición a la caza y estudia con el fin de ver cumplido su sueño.

17 ago 2015 / 09:12 H.

Su nombre es Huberto Morales Quesada y, aunque hay pocas cosas que le queden por aprender, nació hace tan solo veinte años. Joven, pero sobradamente preparado, afron- ta el mañana con la ilusión de ver cumplido el reto en el que vive inmerso en los últimos años. Ser militar es la ilusión con la que se levanta cada mañana desde que tiene uso de razón.
Ni que decir tiene que hace muy poco tiempo que era un niño. De ahí que recuerde con una claridad impoluta una infancia feliz en Garcíez, el municipio donde enmarca sus raíces y en el que busca la tranquilidad y la libertad imposibles de encontrar en las ciudades. Rememora aquellas escapadas a la casa de su abuela materna para tocar en la banda de cornetas y tambores en la que dio sus primeros pasos de músico. Sus juguetes preferidos siempre fueron las armas y los coches de combate, algo que, en cierto modo, quiere trasladar a su día a día en un futuro que espera que no tarde en llegar.
Buen estudiante, dejó Bachillerato en el primer curso para probar suerte, en la Escuela de Arte José Nogué, con el grado medio de Arte Final de Diseño Gráfico. Lo hizo más por engordar currículo que por amor, precisamente, a ese arte. Y, desde entonces, se afana en hincar los codos para aprobar las oposiciones y dedicarse a las fuerzas de seguridad. Ya hubo una ocasión en la que superó todas las pruebas. Lo que ocurre es que la nota no fue suficiente para entrar en la reserva.
Físicamente está más que capacitado. Practica deporte desde que echó los dientes y, además, de forma profesional. Fue competidor de taekwondo y medalla de bronce en el Corpus de Granada, una afición heredada de su padre a la que también le gustaría dedicar parte de su trayectoria desde el ámbito de la docencia. Jugó dos años en el Club de Tenis de Jaén y, en la actualidad, trabaja como socorrista en un residencial de la capital. El ejercicio es un estilo de vida para él, una válvula de escape para huir de la monotonía de los apuntes.
Disciplinado, activo y responsable, la música es otra de las pasiones escondidas de Huberto Morales. Perteneció, durante nueve años, a la agrupación musical de La Expiración y, en la actualidad, está inmerso en el aprendizaje de la guitarra. Garcíez siempre está en su mente y, aunque no viva allí, lo considera su pueblo, el lugar en el que se siente bien y todo un referente en su vida. De apariencia “pasota”, su familia es el faro que le guía.