El cambio electoral en Galicia se cobra su segunda víctima política

El cambio de color político en el Gobierno gallego después de las elecciones del 1 de marzo se ha cobrado la segunda cabeza, la del portavoz nacional del Bloque Nacionalista Galego, (BNG) Anxo Quintana, que ayer presentó su dimisión y la de toda la ejecutiva, mientras anunciaba que no se presentará de nuevo al puesto en la asamblea extraordinaria que hay prevista para principios del mes de mayo. Se escribe así otro capítulo de la historia de la resaca electoral gallega que, desde luego, no ha causado sorpresa alguna, sino que entra dentro de la lógica, después de que el candidato socialista, Emilio Pérez Touriño, ya dejase su puesto a disposición del partido justo después de conocer el descalabro en las urnas que le impedía mantenerse en el poder durante una segunda legislatura consecutiva. Es momento de reflexión y análisis, no tanto por lo mal o bien que pudieran gobernar, sino por los errores a la hora de hacer llegar al ciudadano su gestión. La experiencia pionera de los nacionalistas gallegos al frente del Gobierno regional no ha sido todo lo fructífera que se esperaba o, quizás, esos supuestos frutos no han calado en la población. Los cuatro años han sido sólo un paréntesis sin continuidad porque no supieron rentabilizar la confianza que las urnas les dieron en 2005. Los populares recuperan el mando al frente de la Xunta, lo que no sólo supone un claro respaldo al PP gallego, sino que también se entiende como un empujón a la debilitada imagen del líder, Mariano Rajoy. Sería absurdo buscar paralelismos entre las elecciones gallegas y unos hipotéticos comicios en el panorama nacional, porque los escenarios son completamente distintos, pero los populares cuentan con argumentos de fuerza que no tendrían jamás en caso de que se hubiese revalidado en las urnas el Gobierno de coalición PSOE-BNG en Galicia. 

    15 mar 2009 / 10:13 H.