El 'caidazo' de la Constitución

35 años no son demasiados, apenas media vida de un ser humano. Es a partir de los setenta y tantos cuando la salud, el aspecto general y las averías del organismo se resienten, desencadenando lo que, en lenguaje popular, llamamos “caidazo”. Cualquier complicación se agrava, extendiéndose a órganos vitales.  Las constantes presentan súbitas alteraciones, decae el ánimo del paciente y se abre un proceso irreversible. Es ley de vida, asumimos de mala gana. Y no hay quien lo remedie.

    11 dic 2013 / 11:18 H.

    Pienso en la Constitución de 1978, tan querida para mí, que he pronunciado docenas de conferencias sobre la Ley Suprema de nuestro ordenamiento legislativo. En centros educativos de diversos niveles, asociaciones vecinales o culturales, ayuntamientos, cines o teatros se me ha escuchado alabar y glosar detenidamente lo mucho que de bueno y terapeútico contiene el texto clave de la transición. He leído palabras de fervor constitucional prestadas por Vázquez Montalbán, Rosa Montero, Muñoz Molina, Rafael Alberti, Terenci Moix o Félix Grande entre otros. Y mi biblioteca acumula un pobladísimo estante sobre la adjetivada el texto “consensual”. Este año no daré charla alguna sobre el particular. Ni mis alumnos me escucharán alabanzas o críticas al respecto. Predominarían las segundas. ¿La razón?  Los achaques se han multiplicado en el último lustro, hasta convertir nuestra Ley de Leyes en un texto discutido, insuficiente, ambiguo, anticuado… incapaz de sostener el complejo andamiaje de la convivencia entre los españoles. Con menos apoyo y cariño cada día, especialmente entre los jóvenes, que la ven como algo ajeno a sus vidas y afectos. La Constitución del 78 precisa urgentemente de una reforma a fondo: supresión del Senado, fijación de los derechos sociales básicos, democracia digital, nueva ley electoral, reforma federal del estado, transparencia de cuanto se refiere a la Casa Real. Eso y mucho más, o habrá que pensar en otro sistema. Con uno o varios estados. Con Monarquía o con República. Por cierto, que Juan Carlos I podría regalarnos algo especial en su Mensaje de esta Navidad: la abdicación en su hijo. La Nación (incluso la propia institución monárquica) saldrían fortalecidas. No nos caerá la breva.

    Francisco Zaragoza es escritor