El Brujo: 'La obra El Testigo está tan bien escrita que suena a Cádiz'

El actor representa el texto de Fernando Quiñones, hoy y mañana, en Jaén y el sábado, en Cazorla

    26 nov 2009 / 09:58 H.

    Diana Sánchez /Jaén
    —¿En qué consiste El Testigo?
    —Es un relato breve, en la onda de los relatos de Borges y de algunos autores de Andalucía, del realismo mágico. Se cuenta la vida de un cantaor flamenco. El testigo es el que cuenta, el que estuvo presente en los acontecimientos del duende y de la excentricidad de un mítico cantaor, que refleja toda la vida del flamenco de los años 30, 40 y 50 en Cádiz. Ese es el pretexto para que el autor cuente todo ese mundo maravilloso, mágico, surrealista, lleno de poesía y de hambre. También de miseria, pero de arte. Una cosa típicamente gaditana.
    —¿Cómo se puede representar físicamente todo ese torrente de sensaciones y sentimientos?
    —Hay una cosa muy especial, y es que la obra está muy bien escrita, por ello, uno sólo tiene que respetar la puntuación, los adjetivos, la forma expresiva que repite y reproduce la rítmica poética, la musicalidad del habla de Cádiz. Está tan bien escrito que suena a Cádiz. Yo sólo me he limitado a ser fiel a la partitura, y ahí está puesta con todas esas sensaciones e impresiones. Una vez que tocas las teclas adecuadas, eso vuelve a surgir, porque el encantamiento está ahí.
    —¿Hay mucha música en la obra?
    —Sí, la obra habla sobre la música. El flamenco es música y habla sobre la transmisión energética que se produce en la catarsis del flamenco, que se llama  duende, y de ese mundo que tiene que ver con los elementos de la tragedia griega, que son esas fuerzas que entran en juego cuando el hombre se pone en esas situaciones abismales, existenciales; el miedo a la muerte y, al mismo tiempo, el deseo de trascenderla. Eso está convertido en música. Es una forma de alquimia, como una transformación de algo negro en dorado. Y la obra está hecha por alguien que conoce ese mundo.
    —¿Es un aspecto que debe dominar, incluso, el que interpreta?
    —A la hora de interpretarlo hay que tener como una especie de sacerdocio del asunto. Saber que es una cosa seria e importante y amarla y respetarla. Yo soy amante del flamenco. Además, en este relato he entrado con todas mis fuerzas. Es un relato que merece la pena, sino no lo hubiera hecho. A mi me enamoró porque está hecho por Fernando Quiñones, alguien que era un flamencólogo. Cantaba y, al mismo tiempo era un grandísimo poeta, un autor muy bueno.
    —¿No siente reparo cuando da vida a la obra de Quiñones?
    —Sí. Mucho reparo y respeto. Incluso, en el estreno de El Testigo estuvieron la viuda y el hijo. Naturalmente que siento mucho respeto y compromiso.
    —¿En qué consiste la escenografía de la que es usted autor?
    —Lo he hecho con mi empresa, en coproducción con el CAT (Centro Andaluz de Teatro), así como la dirección y la adaptación del texto. La escenografía es una sencilla iluminación de unos espacios que representan tabernas, sitios con sillas inmensas, espacios vacíos y bombillas antiguas, y unas zonas de claroscuro... Lugares en los que se reunía la gente de forma esporádica. Donde surgían horas y horas de cante, pero también donde se contaban cosas.
    —¿Qué supone para El Brujo esta obra dentro de su carrera?
    —Una gran aventura y un paso importante, un encuentro con los ancestros. Los ángeles y demonios familiares, Andalucía, la infancia. Todo a través de un texto tan especial de Fernando Quiñones.