El Bodegón apaga sus candiles

El inicio pausado del ritmo de los tambores en la versión “jazzística” del himno de El Abuelo que despide el día, al marcar las doce de la medianoche, en el interior de El Bodegón, dejará de sonar. Los vientos de la trompetas se compincharán, entre más de una lágrima, para decir hasta siempre al establecimiento que recibió a generaciones de jiennenses, a lo largo de sus más de ochenta años de existencia.

15 may 2014 / 22:00 H.

Atrás quedan recuerdos de cuarentañeros que acompañaban, cuando eran pequeños, a su madre a comprar vinagre a granel, por la mañana, y luego, a mediodía, con el padre para tomar un chato de vino. Y es que la peculiaridad de este híbrido entre tienda y tasca, cada vez más escaso, fue uno de los referentes de El Bodegón.
Ubicado en el que fue un auténtico centro comercial en los años de la posguerra, en la Plaza del Pósito, El Bodegón es un punto de encuentro para jóvenes, mayores, jiennenses y turistas que lo visitan, cual museo más que conocer.
Con el anuncio de su cierre, que circula desde hace unas semanas por las redes sociales, son muchos los que expresan su tristeza y añoranza por tantos recuerdos compartidos en las entrañas de un local que siempre guardó su esencia: su toque añejo. Mientras unos ya echan de menos, con amargura, los vinos dulces de Lopera o de Málaga, otros desconocen que mañana será el último adiós. “Estamos saturadas. Llevamos unas semanas que no dejan de preguntarnos, porque los clientes vieron por Facebook que se cerraba. Lo peor fue tener que contarles a los abuelillos que vienen todos los días lo del cierre”, dice una de las empleadas. Tras la barra o en la trastienda, en la gran bodega pasaron muchos trabajadores. Incluso, alguno de los que ahora quedarán fuera llevaba nueve años en el negocio que expira.
Aún con su peculiar estética envejecida —“cool” para los modernos y un “de toda la vida” para los entrados en años—, el local se despide, según el actual responsable del negocio, Ángel Millán, por “desacuerdo entre empresa y propietario”. El anterior el inquilino, José Martínez, que regentó El Bodegón durante trece años, se lamentó a este periódico: “Es una pena que se cierre por intereses económicos. También que los dueños no lo cuiden. Se están cargando todo lo que tiene solera en esta ciudad”.