El autobús caliente

Félix Martínez Cantos/Desde Jaén. Sinceramente he de comenzar reconociendo y dejando patente la actitud absolutamente rara y acomodaticia que tenemos ante los servicios públicos que se nos prestan y pagamos atea o religiosamente. Ante todo guardamos silencio y tal vez en voz baja y sin dar la cara protestamos y así nos va.

    15 may 2012 / 11:12 H.

    Uno de los que más roces genera es, sin duda, el los autobuses urbanos y además y después de todo, por aquello del monopolio no vigilado, siguen haciendo lo que quieren. ¿Dónde está el secreto? Pues no lo sé. Alguien lo sabrá. Pero, yo al menos, no me quedo en silencio y expongo como puedo lo que no se debe hacer. El otro día, 11 de mayo, 11,11 de la mañana, autobús 105, prácticamente lleno, subiendo por el Paseo de la estación del “Generalísimo Franco” y segura sepultura del sistema tranviario. El sudor o la sudor chorrea por las pieles de los viajeros. Todos dicen, ¡qué calor! Pero ninguno se dirige a quien conduce para comunicarlo. Me dirijo y le pido que conecte el aire. La conductora me dice que no, que no lo puede conectar porque no lleva el aire funcionando. ¡Que qué más quisiera ella! Me quedo así como no sorprendido porque estamos en Jaén. Me pregunto. Si ese vehículo estaba así al salir a la calle, ¿Es que no hubo nadie que lo cambiara y no lo dejara salir? ¿Tanto y tan fácilmente se desprecia a los clientes? ¿Y tanto y tan dócilmente aguantamos los clientes? Pues por lo visto sí. Sobre las 12,30 he llamado a la empresa. El mismo estilo de siempre. Que lo comunicarían, etcétera, etcétera. No se trata de comunicar, se trata de dar orden a ese vehículo donde se asan hoy los clientes y cambiarlo por otro. No harán nada, el monopolio funciona bien. ¿Cuántos estarán hoy en las mismas condiciones? ¿Es que no hay nadie que inspeccione estos y otros aspectos? Bueno, no escribo más que como resulta que me gusta llevar los libros debajo del sobaco, al bajar del autobús estaba el libro húmedo,  tengo que secarlo y ducharme yo un poco.