El asesinato a puñaladas de un vecino de Linares queda impune

A José Luis Mendoza, un linarense de 41 años, lo mataron en su casa el 8 de mayo de 2008. A puñaladas. Su cadáver presentaba 16 heridas de arma blanca. Después, los autores prendieron fuego al inmueble para borrar huellas. En un primer momento, hubo cuatro detenidos. Sin embargo, tres años después, el juez ha cerrado la causa por falta de pruebas. El crimen queda impune.

    16 abr 2011 / 10:17 H.

    Durante más de mil días, el Juzgado de Instrucción número 1 de Linares ha mantenido la investigación de unos hechos que conmocionaron a la ciudad minera. No obstante, el juez se ha visto obligado a cerrar el caso por la endeblez de las pruebas existentes contra los cuatro arrestados inicialmente por la Policía.
    A José Luis Mendoza del Val, miembro de una conocida familia de panaderos de Linares, lo encontraron muerto en la madrugada del 8 de mayo de 2008. Su cuerpo sin vida estaba en el rellano de la escalera de su domicilio, ubicado en la céntrica calle Santiago. Literalmente, sus asesinos, en plural, lo “cosieron” a puñaladas. Los forenses determinaron que el cuerpo presentaba 16 heridas provocadas por, al menos, dos armas distintas. Algunas fueron causadas cuando José Luis ya estaba muerto. En el descansillo, los investigadores encontraron una zapatilla, lo que indica que la víctima salió huyendo de su casa para intentar escapar de sus agresores.
    La hipótesis policial es que el fallecido y sus asesinos estaban juntos en la vivienda. Se produjo una discusión y José Luis tuvo que escapar por pies. Se defendió y luchó por su vida en el rellano de la escalera. Sin embargo, le dieron caza y lo apuñalaron con saña. Después, los autores del crimen prendieron fuego al piso para borrar huellas. El interior de la casa quedó prácticamente calcinado.
    Un mendigo, ya fallecido, dio avisó a la Policía Local de las llamas. Por eso, los agentes pudieron intervenir con rapidez. Otro testigo, vecino del fallecido, dio la primera pista fiable. Dijo que la noche de autos vio a una pareja en casa de José Luis. Con la descripción aportada por este hombre, la Policía practicó las dos primeras detenciones en la barriada de El Cerro, un hombre y una mujer. En los días posteriores, fueron arrestadas otras dos personas. Todos se declararon inocentes del crimen.
    Los investigadores consiguieron las declaraciones de testigos que situaban a varios de los implicados en la casa del fallecido poco tiempo antes de que se declarara el incendio en la vivienda de la calle Santiago. Alguno de los detenidos llegó a admitir que estuvo con José Luis esa noche y que había más personas en el domicilio. Después, rectificaba y se desdecía de lo declarado. En la investigación policial salieron decenas de nombres. Los agentes siguieron cientos de pistas y todas condujeron a callejones sin salida. Después de tres años de pesquisas, los agentes solo contaban con las declaraciones iniciales, testimonios muy contradictorios y con demasiadas fisuras para ser consideradas como pruebas de cargo ante un tribunal. Así que las únicas esperanzas estaban puestas en el ADN. La víctima tenía bajo las uñas piel de uno de sus agresores. También se encontraron varios pelos junto al cadáver, así como huellas y pisadas. Sin embargo, esos restos estaban tan deteriorados por las llamas que ha sido imposible obtener un perfil genético concluyente. Nada de nada, a pesar de los esfuerzos de los laboratorios de la Policía Científica de Madrid y de Sevilla. De haber conseguido un resultado positivo, ese ADN se hubiera comparado con el de 33 personas sospechosas a las que los investigadores les hicieron los análisis.
    Con tan pocos argumentos en la mano, la Fiscalía pidió el sobreseimiento de la causa y el juez de Instrucción 1 de Linares decidió archivarla esta misma semana. “Apenas teníamos nada para acusar”, dice el Ministerio Público. El caso está cerrado desde el punto de vista judicial y el crimen de José Luis Mendoza queda impune. Solo se reabrirá si aparecen nuevas pruebas, como el testimonio de algún testigo, algo que parece más que improbable.
    La familia asegura mostrarse “impotente y desolada” por lo ocurrido: “Llevábamos tres años luchando y esto es un palo muy fuerte”, asegura Juan Mendoza, hermano de la víctima: “Lo que puedo decir es que mi hermano pequeño está muerto y sus asesinos están en la calle”. Rafael Abolafia / Jaén