“El arte de amargarse la vida”

Después de estar oyendo diariamente malas noticias hasta el punto de que las buenas parece que han desaparecido, habrá quien piense que ser feliz es algo casi imposible. Pues no; serlo depende de cada cual y desde el mismo punto de partida hay personas que siempre encuentran motivos para serlo y otras que son dignas del título del libro de Paul Watzlawick “El arte de amargarse la vida”.

    19 abr 2013 / 17:19 H.

    Si consiguen una meta no acaban de estar satisfechas ni la disfrutan, empiezan a pensar en otra más difícil y que al final les dejará el mismo grado de insatisfacción. Piensan en problemas a cada rato y se sienten responsables de todas las desgracias que ocurren a su alrededor. Todo lo bueno cumple el dicho de que es ilegal, inmoral o engorda. Por supuesto que si en una reunión el jefe dice algo no muy agradable, automáticamente se lo adjudican y ya se ven prácticamente despedidos. No sonríen ni se permiten ser felices; lo primero puede formarle arrugas antes de tiempo y la felicidad les pondría cara de bobos. Y si todo les va bien temen al futuro. De cualquier manera su vida es desgraciada porque son incapaces de ver la parte positiva. Por el contrario, y afortunadamente, nos encontramos a lo largo de la vida compañeros de viaje que siempre encuentran motivos para estar satisfechos con lo que tienen. No suprimen los problemas, pero evitan echárselos a la espalda como una pesada carga. Disfrutan de cada momento y valoran lo importante. Ser feliz depende de cada uno.
    Maestra
    JUANA GARRIDO