El arte de amargarnos la vida

Muchísimos años de experiencia demuestran que el ser humano no va a ningún sitio a base de resignación. Rectifico, sólo va a donde interesa que vaya; esto es: a ningún sitio. Los discursos elaborados para que los ciudadanos integren la resignación como forma de ser y consideren natural la imposibilidad de cambiar las cosas, son simples, aparentemente estúpidos, pero efectivos.

    16 may 2012 / 11:27 H.

    A saber: crear una situación límite que induzca al miedo y presentar una propuesta de esperanza. Lo que siempre hemos entendido como Estado (en algún momento intentaron convencernos de que el Estado éramos todos, y ha resultado ser que son los que eran menos la mayoría) “necesita que el desamparo y la desdicha de su población aumente de continuo”. Son palabras de Paul Watzlawick en “El arte de amargarse la vida”. Yo digo “El arte de amargarnos la vida”, que engloba dos sentidos: nos la amargan y nos la amargamos dejándonos amargar. El terrorismo de Estado consiste en la utilización de métodos ilegítimos, por parte de un gobierno, orientados a inducir el miedo en la población civil para conseguir objetivos y comportamientos que no se producirían por sí mismos. Cualquier atropello se justifica por “razón de Estado”. En esta democracia monárquica de partidos (¡menudo mejunje!) esto no se produce, porque los métodos son legítimos ya que están avalados por la creación de unas leyes aprobadas por representantes de la ciudadanía votante. En España, actualmente, por el 30% de la población, suficiente para transmitir el terror de un discurso simplista, pero protegido por una ley electoral que perjudica a la mayoría dándole lo mejor de lo peor. Resignación. La fuerza policial está ahí para defender a Democracia de los inconformistas. Lo hemos visto en la Puerta del Sol. Miles de ciudadanos manifestándose libremente, pero acorralados por agentes fuertemente armados. El 15-M se expresa de una forma que irrita al poder: con alegría. El 15-M dice: ¿cómo es posible que nos dejemos amargar por unos políticos de los que no merece la pena sentir si quiera vergüenza ajena? Un gobierno tartaja que se rige por la inestabilidad propia de los mercados financieros; un gobierno que, según los más cualificados economistas del mundo, está haciendo todo lo que debe hacer para llevarnos al colapso económico y entregar nuestras vidas a la gestión privada. El 15-M es simplemente el síntoma que denuncia esa enfermedad invasiva provocada por unos mangantes que adiestran la estupidez y la mezquindad de la élite política para que ésta alimente la amargura y la resignación del pueblo, transformándolas después en su fuente de ingresos. Tirémosles el chiringuito, qué carajo.
    Guillermo Fernández Rojano es escritor