El arquitecto que calcula con el corazón
Para entender a Gaudí y su obra no solamente hay que tener ciertos conocimientos, sino que también hay que ser muy sensible, porque Gaudí era sensible y sensitivo.
Su arte era innato, nuevo, original, así lo sentía y así lo plasmaba. Gaudí era tierra pura y viva. Por esto, seguramente, eligió la arquitectura, porque allí podía utilizar elementos sacados de la misma tierra para edificar, y podía adornar y embellecer, con sus colores y motivos, copiando la naturaleza misma.
Y, como si tuviera un motor que le regenera constantemente, manaba de él una fuerza casi infinita, como un precioso y profundo yacimiento que nunca cesa. Por esto es que, a medida que vamos adentrándonos y avanzando en el estudio de su obra, vamos encontrando nuevos mensajes, nuevos enigmas, como el que avanza por una nueva cueva, porque Gaudí era eso, como una preciosa mina, como un universo lleno de sorpresas y maravillas.