El andén del tren
En el contexto de fullería política que nos asfixia, está muy de actualidad, recurrir al cada vez más escaso, digno y entrañable, medio de transporte, como el tren. Se cita al tren como arma arrojadiza contra discrepantes internos y bobalicones externos.
Pero claro... ¿Qué es un tren sin un andén? Viene esto a cuento, a que se tiene que oír, que no escuchar, dentro y fuera de los foros orgánicos de los partidos, cosas como esta: “El que coja este tren se queda en el andén”. ¡Se queda en el andén! Pues claro, digo yo. El subirse a según que tres es una opción libre y personal. Algunos, decidimos hace mucho tiempo, quedarnos en un andén limpio y respirable, que no confortable, antes que acertar la invitación de subir a ciertos trenes que no llevan a ninguna parte y van conducidos, por quienes no serían, a mi juicio, ni capaces de mantener estable un simple “carrillo de rueda níquel”. Pero es que además, caso de que por error hubiéramos aceptado coger ese tren, nunca hubiéramos podido permanecer en un vagón, donde para poder respirar tuviera que ser necesario usar mascarilla de protección. No obstante, a cuantos otros tomaron, toman y tomarán la opción siempre más mollar de subir a cualquier tren, sin viajar en cualquier vagón, solo les deseo ¡buen viaje!.
Manuel Cano Torres / Úbeda