El amor, nuestro tesoro

Cuántas veces hemos dicho y oído: “!Qué injusta es la vida!” “!Cuanto más das, menos recibes!” “¡Qué desagradecidos son, tantas veces, los hijos amigos, conocidos!” “Soy tonto. ¿Cuándo cambiaré?”, etcétera. No nos cansemos de hacer el bien. El mundo necesita amor, escucha, compañía. Necesita el calor de nuestro corazón, como los almendros necesitan el calor del sol primaveral para florecer. San Agustín nos dice: “Ama y haz lo que quieras”, porque si amamos, nuestras obras, serán siempre, buenas.

    20 ago 2014 / 15:31 H.

    Así como la violencia engendra violencia, el amor engendra amor. Sufriremos, muchas veces, desengaños, decepciones, amargura, pero nuestra entrega desinteresada no caerá en saco roto y, finalmente, dará su fruto esa llama cálida y acogedora de nuestro corazón. A veces, ha bastado una sonrisa, una palabra de aliento, un apretón de manos, etcétera. ¡Y es que el cariño actúa, en tantas ocasiones, como vaso comunicante.! Demos afecto, comprensión, ternura, y no esperemos nada a cambio. Alguien superior, para mí es Dios, inclinará la balanza a nuestro favor, y “nos juzgará, en el último día, por el amor ofrecido a los demás,“ “en un lugar más allá de las estrellas”. “El amor es la respuesta”, afirmó John Lennon. Alimentemos este amor, don gratuito, que es vida, luz, esperanza, y el verdadero motor de la paz. Sólo este sentimiento superior, puede salvar a la humanidad, tantas veces perdida, a la deriva. Recuerdo, ahora, una frase que Pascal puso, acertadamente, en boca de Jesús: “cuando, en esta vida, todos los amores te abandonen, el mío te estará esperando.” Entiendo que el amor es universal, y valioso en si mismo, patrimonio de todo hombre, al margen de su ideología, raza, lengua, o posición social, y creo firmemente, que “no pasará nunca”, porque el Amor con mayúsculas, es eterno.