El amor nos recató
Cien mil millones de euros parecen ser los necesarios para rescatar el sistema financiero español. Europa nos concede un préstamo, que como plan Marshall del siglo XXI, permitirá sanear los activos tóxicos de la banca. Nuestras entidades financieras parecían estar inmunes al sueño o pesadilla americana de Lerhman Brothers, y presentaban resultados cada trimestre patrocinando la vuelta rápida de la Fórmula Uno.
La realidad es que estaban igual de afectadas que el resto de Europa, pero su toxicidad no provenía de paquetes de deudas de alto riesgo, sino de paquetes inmobiliarios que pretendían vender sin perdida. Los contables, a modo de ingenieros de pista, posibilitaron presentar resultados positivos cuando el motor se desquebrajaba por dentro.
Pero este rescate de la banca, ¿será el rescate de la economía española? Las autoridades confían en que esta inyección permita la fluidez del crédito y el descenso de los precios de la vivienda. En una sociedad de consumo consumida, en la que el “Pan y Circo” dejan de funcionar, el desespero arraiga en lo más profundo. Con pan a modo de subsidios, y circo en forma de Eurocopa, aún nos preguntamos quién mueve el mundo, para que en esta partida hayamos caído tan mal. La burbuja inmobiliaria, la burbuja industrial, y hasta la burbuja del olivo tienen su origen en un sentimiento de avaricia que no se ha sabido contener, y es ahora cuando esas burbujas generan gases y una mala digestión.
Debe ser el amor quien mueva el mundo. A diferencia de la sociedad industrial, en esta sociedad del conocimiento es la persona el principal factor de producción, y en las empresas cada vez más se gestionan emociones. Los recursos financieros, energéticos, materiales, no son nada si no tenemos humanos con recursos que estén implicados en contribuir al producto interior bruto. La economía se reactivará si se invierte en futuro, en formación, en talento, en investigación y desarrollo. En este momento necesitamos tanto el dinero de Europa, como la motivación, el amor y la solidaridad de los nuestros, que nos permitan atender los, probablemente, muy duros compromisos de devolución. Dice la canción de la banda irlandesa U2 “Love rescue me” todos podremos hacer un mundo mejor, entre acordes de armónica a lo Bod Dylan. Este es el rescate que necesitamos.
Resulta conmovedor y algo premonitorio como un barrendero, sin devengar bonus, consciente de que el problema va más allá que retirar basura y productos tóxicos de la ciudad, se para a diario a la puerta de un colegio, y canta a los niños del patio, “Él vive en una piña en el fondo del mar” y el futuro, responde entusiasta y con fuerza “¡¡¡Bob Esponja!!!!”. Rafael Peralta es economista