El alcalde y su retrato
Cuando se apagan los focos, se paran las grabadoras y el argumentario descansa en el bolsillo, el subidón de adrenalina cesa y la sonrisa se atempera. Al alcalde en funciones de Jaén, José Enrique Fernández de Moya, le dio el bajón nada más terminar la fiesta. Le sobran los motivos rumiará para sí. Necesitó tres días para recuperarse de la victoria. En la noche electoral, agradeció a los suyos el esfuerzo y liberó la tensión de la campaña. Sobre todo, tras el caso García Anguita que estuvo a punto de dinamitar todo el trabajo previo. Tembló la estrategia, porque el “as” en la manga de Ciudadanos (otra grabación, en este caso solo audio), aunque guionizada, era un petardito de nada. Quien programó la bomba de relojería — la fetén, la de enchufados “por los cojones míos”— se preguntará hoy si de haberla detonado antes el panorama político sería el mismo. Mera hipótesis en su trabajo.

El caso se cerró como se acostumbra en estas latitudes, sin dimisión ni cese y con el protagonista destemplado, noqueado por días, desdibujado en las fotos, pero sin renunciar a seguir en el monte: “Tranquilamente iré a la Fiscalía y estoy convencido de que esto lo archivará, pero yo puedo llevarle otras cosas del PSOE”. ¿Qué cosas? ¿Por qué no las lleva? Antes zafio que corrupto vino a decir en un ardid populista. Sin embargo, en la entrevista publicada en este periódico por Manuela Rosa el alcalde mantiene que tiene una “charla” pendiente con él. Los paralelismos con el “affaire” Sabalete son, no obstante, sonrojantes. Al menos, eso sí, el regidor en funciones no quitó hierro al asunto y dejó claro que el comprometido vídeo lejos de sumar, “restó”.