El agua obliga a huir de San Julián

José Rodríguez Cámara/Marmolejo
Cincuenta vecinos tienen que salir a toda prisa de sus viviendas en el poblado de San Julián, en Marmolejo, donde el caudal del Guadalquivir rondaba los dos mil metros cúbicos. Hacía 47 años que el río no inundaba las calles del poblado.

    24 feb 2010 / 11:05 H.

    El camión Pegaso de Bomberos que el Ayuntamiento de Marmolejo compró hace veinte años hizo ayer, conducido por el trabajador municipal, José Ramón Vicaría,  uno de sus mejores servicios. En sus seis asientos y sobre su techo fueron evacuados, después de dar tres viajes, los cincuenta vecinos de la pedanía de San Julián. Si no es por este medio de transporte, cuyo chasis está a más de un metro y medio de altura, no se podría haber circulado por la carretera de acceso al anejo, donde se acumulaba más de un metro de agua.
    No fue fácil convencer a los habitantes del poblado para que se marcharan. El alcalde, Cristóbal Relaño, junto con miembros de la Policía Local y otros ediles, tuvieron que pedírselo casi uno a uno. A ninguno les gustaba dejar abandonadas sus pertenencias. “Cerrad y poned las cosas en alto. Ya mandaremos a alguien”, se les aconsejaba y tranquilizaba. El propio regidor pedáneo, Antonio Sánchez, decía que no se marchaba. “Como no te vayas tú, nadie lo hace”, le explicaban. Al final, se avino a razones. Más costó sacar a María Antonia Rodríguez y a su hijo, Alfonso, de su vivienda del número 6 de la Ronda Oeste. “¿Tanto va a subir el agua?”, preguntaba la mujer, de 80 años. Al final, accedió. Una vez culminado el rescate de la anciana, ya sobre las dos de la tarde, el Pegaso rojo se dirigió a la Plaza Mayor. Allí se subieron al techo del vehículo de emergencias varios vecinos, entre ellos, Carlos González. Cuando era un niño vivió en sus carnes la última inundación de San Julián, el 17 de febrero de 1963. “Me acuerdo que el agua entraba por las ventanas”, relataba este  marmolejeño que, como ironizaba, “tiene la suerte” de ser propietario de la primera casa en la que entra el agua cuando hay crecida, el número 3 de la Ronda Norte.  A las tres de la tarde, el núcleo de población se quedó sin un alma, hasta los animales de la vaquería se habían trasladado para que no murieran ahogadas. Peor suerte correrán, casi con toda seguridad, las ovejas que, al mediodía de ayer, pastaban en una pequeña extensión de hierba, amenazaba por una tremenda masa de agua que no dejaba de subir.
    El abandono de San Julián, con los datos que manejaba el alcalde al cierre de esta edición, estaba más que justificado. El río ya había entrado en las calles y había alcanzado más altura que hace 47 años.