El aceite de oliva como Patrimonio de la Humanidad
El reto es implicar a cuantos más mejor para promocionar las bondades del aceite de oliva virgen extra como producto saludable e imprescindible en la dieta mediterránea. El pasado mes de septiembre se presentó ante la Unesco la candidatura para convertir esta sana y equilibrada manera de alimentarse en Patrimonio de la Humanidad.
Lograr, en suma, que se reconozca en el panorama internacional como uno de los ingredientes fundamentales para cuidarse y garantizar más años de vida. Una cuestión elemental que la mayoría de los jiennenses conoce de sobra pero que, en otros muchos lugares, está aún por descubrirse. Y la prueba está en que sólo el tres por ciento del consumo mundial de grasas es de aceite, como tantas veces se ha dicho y repetido. El plan es ambicioso y ayer se presentaron en Expoliva las principales claves de este ilusionante proyecto. Hay cuatro gobiernos ya comprometidos, el español, como no podía ser de otra manera, el griego, el tunecino y el marroquí, que tienen en su cultura arraigada la dieta mediterránea como una fuente de vida. La cuestión ahora es movilizar a cuantos más colectivos, entidades o instituciones en una gran campaña de adhesiones que acaba de lanzarse, con vistas a que la Unesco lo tenga en cuenta a la hora de tomar su decisión el próximo mes de septiembre. Hay tiempo por delante, pero también mucho trabajo por hacer. Es una iniciativa novedosa, porque es la primera vez que un concepto, algo intangible, opta a recibir el título, pero es ese carácter pionero lo que le da más valor y, quizá, más posibilidades de salir adelante.
Desde luego, todas las iniciativas para promocionar el zumo de aceituna son buenas y la candidatura que ahora se defiende, se consiga o no, ya habrá logrado el principal de sus propósitos: que se hable cada vez más del aceite como el producto sano y rico que es.