17 jun 2014 / 22:00 H.
Cojo el diccionario básico de mis hijos y leo la primera acepción de la palabra educación que dice: hecho de enseñar a una persona los conocimientos necesarios y las normas de cómo debe comportarse. Hace unos días, en un debate televisado acerca de la educación, se cuestionaba si realmente estamos educando bien o por el contrario tenemos mucho que mejorar. Escuché reflexiones muy importantes como, por ejemplo, que estamos educando excesivamente en la competitividad, en ser siempre mejor que el otro, en saber demasiados idiomas, en sacar las mejores notas, en definitiva, hay que estar super-preparados en conocimientos. Pero se nos olvida algo muy importante, no estamos educando para que nuestros hijos sean felices. Educar no es una mera transmisión de conocimientos, educar es “convertir a alguien en persona”. Y para que así sea tenemos que estar atentos a sus sentimientos, tenemos que ayudarles a que tengan criterio, a sentir amor por el trabajo, a valorar la cultura, a saborear la amistad. Evidentemente hay que enseñarles a que sean correctos en el trato con los demás, a respetar, porque solo así serán respetados, pero igualmente hay que transmitirles que se estudia para aprender y poder así servir mejor a la comunidad. Si les preguntamos a los pequeños qué quieren ser de mayor seguro que contestan con alguna profesión relacionada con alguno de sus ídolos, ya sea futbolista, cantante o actor. La palabra felicidad tal vez no salga de sus bocas, pero interiormente seguro que la desean, al igual que los adultos. ¿Realmente trabajamos y educamos para que nuestros hijos sean felices? Sinceramente creo que todavía tenemos mucho que mejorar. Para esto se necesita tiempo, y cada día es una oportunidad para transmitir valores que nos hagan sentirnos más felices. A pesar de las dificultades diarias, de los problemas que nos acompañan, de las situaciones que no nos gustan, etc. se puede vivir saboreando el camino hacia la felicidad. Para ello es muy importante aprender a saber gestionar los conflictos, las frustraciones, trabajar con optimismo y esperanza.