15 may 2014 / 22:00 H.
He tenido oportunidad de leer en varias ocasiones y, por supuesto, comprobar también, que la mayoría de las personas se transforman cuando van al volante. Se transforman para mal, quiero decir, porque se vuelven violentas, agresivas incluso, y olvidan las normas de urbanidad elementales que nunca olvidarían andandan por la calle o paseando por cualquier lugar. Ese mismo razonamiento creo que se puede aplicar también al poco sentido cívico que demuestran muchos dueños de perros a la hora de recoger los excrementos de los animales. Solo hay que pasearse por algunos barrios para ver cantidad de restos que no han sido recogidos, algo que no pasaría seguro si el susodicho o susodicha, dueños del perro, vieran la caca en el salón de su casa. De ahí sí que lo recogerían y, después, fregarían el suelo con lejía. Son comportamientos que dicen muy poco y, si encima no se sanciona de manera tajante desde el Ayuntamiento, pues ¡ancha es Castilla!