Editorial. Buenos datos de accidentes de tráfico para afrontar nuevos retos

Siempre será una tragedia que 39 personas mueran en las carreteras jiennenses en el pasado año, pero si la fría estadística se compara con los años precedentes, es motivo de esperanza y de ánimo colectivo para acabar con esta lacra moderna. Las 39 víctimas mortales es el menor número de fallecidos desde que se registran los datos provincializados por la Delegación de Tráfico. Un éxito común de la sociedad española, porque en el resto del país el descenso también es notable, aunque no tan significativo como el caso jiennense. De hecho, el pico más alto se produjo en 1996 con 94 muertos y, desde entonces, esta dolorosa cifra se ha reducido de forma paulatina. En estos buenos registros contribuyen, sin duda, las campañas de concienciación y, sobre todo, las nuevas leyes más duras con aquellos que incumplen las normas, bien por el consumo de alcohol o drogas al volante o por la velocidad excesiva. En este sentido, poco margen queda en esa faceta penalizadora y sí en otros aspectos vinculantes en los accidentes de tráfico y que, en algunos casos, parecen soslayarse para reducir la responsabilidad de la Administración en su conjunto. El reto, aún pendiente, en las carreteras españolas es el de acabar con temibles y cuantificables puntos negros que son una fuente inagotable de accidentes y  en los que no se actúa con la diligencia que se debiera. La señalización reforzada en muchos de ellos no es suficiente y se requiere directamente cambios de trazados. Además, en los partes de accidente todavía no queda bien estipulado la peligrosidad de la carretera, las condiciones de su firme o su deficiente señalización. Mención a parte, requiere la desprotección actual de los motoristas, con unos guardarrailes que mutilan a los conductores y que la pereza y el coste que supone el cambio frenan a las autoridades. Se requiere, por lo tanto, que la exigencia se compartida y sea de ida y vuelta.

    06 ene 2010 / 12:59 H.