10 dic 2008 / 23:00 H.
El sector olivarero de Jaén ha iniciado su particular campaña de recolección de aceituna, en un año que viene marcado por la caída del precio y, como consecuencia, un aceite sin vender de enlace de campaña a campaña muy por encima de años precedentes. En estas tesituras no es fácil imaginar qué va a ser del principal sostén económico de la provincia de Jaén, que tiene ante sí un doble reto, vender lo que aún resta de la campaña anterior y lo que se presume de la campaña próxima. Estamos ante una nueva cosecha importantísima de 505.00 toneladas de aceite (segundo aforo), que unido a lo que no se ha vendido dan excedentes y, presumiblemente, una venta complicada no ya sólo de lo almacenado, que también, sino de lo nuevo. La Agencia Andaluza del Aceite estima en 325.000 toneladas lo que aún está almacenado en las almazaras y en los depósitos habilitados del Patrimonio Comunal Olivarero, cuando el montante final de cosecha se cerró en cerca de las 493.000 toneladas de aceite. Es el momento de la imaginación y del esfuerzo colectivo para además de producir el mejor aceite de oliva posible, alto de calidad y con las mejores garantías organolépticas, venderlo al más alto precio. Desde luego muy lejos de los 2,05 euros del momento, que supone una ruina para los olivareros dado que se vende por debajo de los gastos propios de la producción, que se sitúan por encima de los 2,50 euros. Ante estas circunstancias, nos va mucho en esta campaña, se juega el sector y la economía de la provincia jiennense más de lo que podamos imaginar y es precisamente en los momentos complicados cuando de la necesidad hacemos virtud en Jaén. Quien produzca buen aceite lo venderá mejor, quien sepa venderlo bien se ganará el respeto de los socios de la cooperativa y, por contra, quien no lo ha vendido esta campaña pasada, debería dar paso a otra gente que asuma las riendas.