Ébola y tarjetas
Callan y a lo máximo que llegan es al desahogo de la crítica. Y así los criticados llegan a confiar en que los críticos, el pueblo, todo lo creen y todo lo aguantan.
No soñaron en que pudo llegar un día en que la presión abra las mentes comprendan en manos de quienes estamos. En estos días han abortado dos asuntos que, por poco que se piense, dejan en claro la suprema inutilidad de quienes “gobiernan”, de quienes se les “oponen”, de los otros y la perfección de todos para beber del dinero de las fuentes del pueblo. Temor ante la inutilidad porque no sirven para gobernar y un problema de cierta altura nos puede generar daños de gran gravedad. Asco y odio al verlos llevarse el dinero de los que pasan hambre, de los que desahucian de sus viviendas pagando al mismo tiempo a una policía para que les peguen al ponerlos en la calle y cobren los bancos. ¿Pero esto qué es? Y no se salva ninguno, ni los unos ni los otros. Todos han tenido tarjetas. Todos lo sabían y de todo esto seguían colgados para seguir “recibiendo” y en todos estos casos no les pasa nada. O no devuelven el dinero robado al pueblo o no entran en la cárcel porque no son “rateros”, son señoritos y es lo que hay. Y surge algo cual el Ebola y la inutilidad la adornan, véase consejero de sanidad de Madrid, con el insulto y la chulería y además sigue porque a los inútiles les faltan los pares para quitarlo. Pero no olvidemos que “Podemos” mandarlos a sus casas, que podemos.