Dos páginas blancas
En dos páginas blancas, impolutas, de mi nueva agenda escribiré en letras capitales dos palabras: Felicidad e infortunio. Así, bien grandes, para grabarlas mejor en mi subconsciente. Alguien pensará que la cabeza me ha dado un salto y estoy a punto de perderla; no.
Infortunio: Tal y como está el mundo de revuelto, me detengo un instante a pensar en las Navidades que tenemos encima y serán, aunque nos pese unas Navidades tristes. Los motivos nos bailan delante. El paro, que empobrece a infinidad de familias andaluzas y españolas en general. Las hipotecas, ahí, perennes y amenazantes. Los que han pasado por las desgracias perder sus casas, ¿cómo la celebrarán? La política globalizada, sus desmanes, desacuerdos y amenazas ruinosas encima de nuestros hombros machaconamente advirtiéndonos aquello de la austeridad, lo del cinturón apretado... Ya, ya (pensamos) lo tenemos más que ajustado y sin ningún agujero más para ceñir. Algo insufrible. Gritaríamos hasta decir basta.
La página “Felicidad” ya es más breve. Esto ocurre siempre. En ella anotaré solo la palabra salud. Con ella es suficiente para emprender el día a día con buen ánimo. No es preciso que nos toque el “gordo” para ser feliz. Un paisaje bucólico, la mirada de un niño, una charla interesante. Momentos fugaces que nos marcaron por siempre. En fin, si acaso, con letra menuda escribiría dejando hablar al corazón infinidad de cosas insignificantes, pero llenas de buenos augurios. La realidad se impone únicamente para esbozar una sonrisa y respirar en paz al sentirnos queridos, porque solo a esto aspiramos.
María Dolores Rodríguez Infante es escritora