Despilfarro y uso perverso de la lengua española
Los medios de comunicación hablan y no acaban del “Día internacional para la erradicación de la pobreza”, el 17 de octubre. Al parecer, se celebró en la ciudad de París por primera vez en el año 1987, pero la celebración internacional arranca en 1993, un año después de su reconocimiento por Naciones Unidas.
La verdad es que merece una reflexión el hecho de que en Occidente en general, y en España en particular, la pobreza esté creciendo de forma alarmante, y si alguien lo duda, que lea los informes de Cáritas. Mientras tanto, el comercio de artículos de lujo no deja de crecer en los últimos años, lo que da fe de la famosa brecha cada vez mayor entre ricos y pobres en nuestra sociedad. Por otra parte, los medios dedican tiempo y espacio al asunto del despilfarro de las tarjetas negras, que ha hecho bueno el dicho que afirma que “todos queremos más”, incluso los que tienen cifras de ingresos increíbles en estos tiempos de carestía y miseria para muchos. Para colmo, se ha puesto de moda últimamente usar de forma perversa las palabras: Así, uno dice que no ha dimitido, que ha sido sustituido; otro que creía que era legal el latrocinio, que nadie se lo explicó, etcétera; en algunos casos encontramos usos extraños de la palabra memoria, o nos dicen aquello de “no recuerdo”, “no sé”, “no me constan”, “yo no pregunté”. Nos toman por tontos. Para colmar el vaso, nos vienen con que eran gastos de representación los cargados en conceptos como “vinos”, “hoteles de lujo”, “clubes”, “lencería femenina”, “imaginería religiosa”... Solo uno ha hablado claro y ha dicho que no devuelve el dinero porque era un incentivo —que no tributaba—. Veremos qué dice el juez, que habla un español perfecto.