Despedidas nunca fueron buenas

Lo mismo que antes no, y ahora sí, como dice el humorista, todos nos apretamos, menos los de siempre -cada cual que tire piedra, esconda mano y vea vigas en ojos como le apetezca-. Cada cual se ajusta a su manera; unos se toman dos cervezas en vez de cuatro, algunos lo único que ven de los bares es el cartel de la puerta y otros ya rebuscan esos cupones de descuento que tanto salen en las series americanas.

    16 feb 2012 / 18:44 H.

     El caso es que hay caso. La idea de abaratar el despido (casi regalarlo) es algo que genera tanta polémica como dudas. Porque si la idea es contratar, para qué facilitar que despidan. ¿Para renovar plantillas? ¿Y ahora los que engrosen las nuevas listas del paro, qué hacemos, intentar recolocarlos en otro lado del que hayan despedido? ¿Es movimiento de la masa social lo que se pretende? Desde mi modesto conocimiento de economía, creo que fomentar el empleo debe estar enfocado a la creación de nuevos puestos, facilitando que al pobre empresario pobre no le cueste más de sus maltrechas arcas el poder atender la ínfima demanda de mercado y así contribuir con sus necesidades de personal a quitarles trabajo a los del Inem: poder contratar. Y, ojo, no olvidemos que situaciones drásticas requieren medidas drásticas, y no vender brotes verdes como el que ofrece espetos en las costas sureñas. Lo que hay es lo que hay. “Ispain” es así, y ni somos máquinas alemanas (nos encanta la siesta y una fiesta  más que al Messi una pelota), ni puntuales ingleses, ni nos dopamos, como piensan algunos franceses. Hombre, de cubatas fresquitos, vino del terreno y cerveza con tapas, sí que vamos bien servidos. Como para correr un par de tures.
    Profesor de Formación Vial
    Francisco J. Peinado