Despedida de un superhéroe que deja huella

A veces, en la vida no es suficiente luchar contra viento y marea. Aveces, hasta los superhéroes más fuertes caen en la última batalla dejándonos una lección de fuerza, lucha, sacrificio y amor por los demás”. Raquel Fajardo, una madre luchadora en mayúsculas, se despedía, ayer, de su hijo José Javier Paulano Fajardo. El joven de 17 años cerró los ojos, tras meses de incesante pelea por su vida, al tiempo que el sol volvía a nacer. Como un superhéroe de cómic, por los que él sentía admiración, en su batalla contra la cruel leucemia que le detectaron en primavera consiguió arrastrar a todo un movimiento ciudadano a favor de la donación de médula.

12 nov 2015 / 10:13 H.


“Hoy mi campeón, mi primer gran amor, se une a las estrellas para, desde allí, seguir batallando y cuidando por los que aquí abajo nos quedamos”, dedica Raquel a su primogénito. A pesar del fatal desenlace, esperado en el último mes y los clarosocuros de un verano y un otoño extraños, José Javier supo manejar con maestría su gran poder: el de la sonrisa. Una fuerza innata, inmune, arrolladora, que pudo compartir con su familia y amigos.
“Le prometí ser fuerte y por él jamás agacharé los brazos y lucharé por sus hermanos y por concienciar al mundo que donar médula salva vidas, aunque perdamos algunos guerreros por el camino”. Junto al héroe, su heroína, su madre, no perdió la esperanza. Se amarró a la posibilidad de que, desde cualquier parte del mundo, un salvador le inyectaría la gota de vida que necesitaba para seguir con un trasplante. Y llegó. Precisamente desde Estados Unidos; sin embargo, la enfermedad ya estaba muy extendida y la fragilidad dominó su cuerpo, que no su espíritu. Aunque logró pisar tierras cordobesas, encaminado a que lo trasplantaran, incluso a confiar en una última opción, con su padre como donante, José Javier tuvo que dejarse calmar por los medicamentos. Aislado, en un primer momento, y ya en planta, en el Hospital jiennense, el joven se despidió poco a poco de su familia y amigos, rodeado del equipo de profesionales que lo mimaron.
“Hoy es el día más triste de mi vida, pero, a la vez, me siento orgullosa de haber podido disfrutar 17 años de la persona más especial que jamás ha existido ni existirá”. Llanto de una madre que demostró coraje y entereza, incluso ante un pleno municipal, en el que reclamó, como en un SOS, ayuda para poder afrontar los meses que anhelaba pasar en Córdoba tras el trasplante que no se produjo.
“Desde donde estés, mi vida, nunca olvides: los superhéroes nunca se rinden. Te ama, mamá”.