Desesperanza
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice de la desesperanza que es falta de esperanza, también se refiere al estado de ánimo en que se ha desvanecido la misma, para ir a parar a una tercera acepción anticuada y hacerla sinónimo de desesperación. Estos días atrás desayunábamos con la friolera cifra de 6.202.700 parados.
En la calle solo nos queda mirarnos unos a otros mientras seguimos sometidos a un gobierno de ineptos que lejos de intentar mejorar la situación parecen dispuestos a jugarse nuestros intereses en alguna timba macabra frente a una oposición ridícula que a duras penas consigue posicionarse en un lugar medianamente decente. Supongo que desde los pedestales de las altas alcurnias, recibiendo cada mes sueldos que algunos españoles tardarían un año en ganar, es fácil decidir que serían buenas medidas privatizar la sanidad o la educación y venir a no darse cuenta siquiera que eso sería vetar el acceso a ellas a millones de españoles que ya viven bajo el umbral de la pobreza. La brecha entre ricos y pobres se ensancha a una velocidad vertiginosa, mientras nuestra España sufre una grave involución repleta de ladrones consentidos por nuestra justicia que cada mañana se pasean en los medios con su maltrecha gloria de bolsillos llenos. Es desesperanza, decepción, desconfianza y un sin fin de de sentimientos con los que tendremos que librar batalla para seguir luchando cada día, y día a día, además de enfrentarnos a los que han convertido nuestro país en una avenida de trileros.
Relaciones públicas
Sonia J. Tirado