El Real Jaén sale del enredo por ímpetu y coraje 1-1
José Eugenio Lara / Jaén
El Real Jaén no despidió el año 2008 con la doble alegría que deseaba su técnico, pero, al menos, salvó un punto ante el Marbella que le permite colocarse en el tercer puesto de la tabla. Sin embargo, el equipo de Terrazas volvió a perder una nueva oportunidad para abrir distancia con los rivales. El encuentro fue un enredo táctico para el Real Jaén. El Marbella tejió una red en el medio campo que atenazó a los jiennenses y que, incluso, les hizo perder la paciencia en la primera parte. En ningún momento de ese periodo el equipo manejó el juego ni tuvo el control del encuentro. No supo qué hacer con la pelota cuando dispuso de ella. Montes distribuyó con orden a sus jugadores en el terreno de juego, con un sistema de poca estética y de mucha reducción de espacios.
El Real Jaén no despidió el año 2008 con la doble alegría que deseaba su técnico, pero, al menos, salvó un punto ante el Marbella que le permite colocarse en el tercer puesto de la tabla. Sin embargo, el equipo de Terrazas volvió a perder una nueva oportunidad para abrir distancia con los rivales. El encuentro fue un enredo táctico para el Real Jaén. El Marbella tejió una red en el medio campo que atenazó a los jiennenses y que, incluso, les hizo perder la paciencia en la primera parte. En ningún momento de ese periodo el equipo manejó el juego ni tuvo el control del encuentro. No supo qué hacer con la pelota cuando dispuso de ella. Montes distribuyó con orden a sus jugadores en el terreno de juego, con un sistema de poca estética y de mucha reducción de espacios.
No fue una delicia para la vista, pero sí un ejemplo de eficacia. Tres centrales, dos pivotes de corte defensivo, dos carrileros, un media punta y dos delanteros. Así caminó el Marbella. Cuando atacó, nunca se desprotegió, porque siempre tuvo, como mínimo, a cinco o seis jugadores por detrás del balón. Lo de atacar fue un decir, porque se encontró el gol en una acción que debió acabar en las manos de Dani Hernández. El portero rompió el manual, hizo un mal despeje y Santi Moreno lo agradeció con un gol reivindicativo, de esos que nunca se vieron en La Victoria cuando vistió la camiseta blanca. Fue la única acción reseñable del primer tiempo, junto a un libre indirecto mal lanzado por Calderón.
El descanso nunca debió reflejar una ventaja para el Marbella. Lo razonable hubiera sido el cero a cero. El equipo de Montes no hizo nada para ponerse por delante y el de Terrazas se envolvió en una espiral de desconcierto que desfiguró al grupo. No parecía el Real Jaén del año 2008. Pocas veces se ha visto a un equipo con tan pocos recursos para superar la rigidez táctica de un rival construido para no dejar jugar a su oponente. El conjunto de Terrazas no hiló fino. Se quedó con el perfil más grueso y tiró una primera parte que pudo encumbrarlo entre su afición.
Pero este equipo tiene una virtud: cuando no juega, se esfuerza, se llena de coraje y reacciona con la fuerza del campeón. Terrazas debió ser convincente en el vestuario. Aplicó una ligera medicina con la entrada de Álex García y, principalmente, esbozó un discurso que causó furor entre los jugadores. Salió el Real Jaén con la cara cambiada en el segundo tiempo. Se echó el partido a cuestas, abrió los ojos y buscó la manera de salir de esa emboscada que le planteó Montes. No lo hizo con un juego fluido, sereno y delicioso, pero sí con empuje y orgullo. Desde el pitido inicial puso los medios para acorralar al Marbella en su zona y meterle el miedo en el cuerpo. Sin el cuestionado Solabarrieta, el Real Jaén no tuvo la pausa y el toque que precisan los delanteros para rematar buenos balones. El partido fue de músculo y de energía y en esos valores a este Real Jaén pocos rivales se le resisten. En el fútbol vigoroso siempre hay tiempo para el ingenio, como es natural. Y ese talento viene de Arriaga. Contraataque de libro, pase de Javi Moyano al goleador y maniobra deliciosa de este que acaba en la red con un tiro tan simple como efectivo. Así fue el gol. El propio Arriaga, en una acción final de coraje en la que vio tarjeta, resumió el partido. Se volvió más áspero el juego al final, con jugadas y entradas escolofriantes que le costaron dos expulsiones al cuadro marbellí, más la del técnico. El “todo vale” no es un ejercicio de belleza ni siquiera de higiene deportiva. Murió el encuentro y el año deportivo con el dulce regalo del tercer puesto, pero con el sabor agrio de haber perdido otra oportunidad para distanciarse en la tabla. Sin embargo, caben pocos reproches para una plantilla que salva los partidos con tanta dignidad y orgullo.