El Real Jaén se pierde tras el balón
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El Real Jaén perdió ayer una nueva oportunidad de abrir hueco en la clasificación. Y lo hizo porque no tuvo la pelota y corrió en exceso detrás del rival. Los jiennenses cedieron otro empate que convierte La Victoria en un agujero. El equipo no ofrece en casa las mismas prestaciones que fuera.
José Eugenio Lara / Jaén
Era el momento propicio para dar un golpe de autoridad y despegarse de los rivales directos, pero, como cíclicamente le sucede al Real Jaén, cuando más necesita el triunfo menos lo agarra. El equipo de Terrazas se encontró con un partido problemático, lleno de aristas y con mucha orografía. Complicó las cosas sobremanera que el filial se apoderara de la posesión de la pelota y que la
El Real Jaén perdió ayer una nueva oportunidad de abrir hueco en la clasificación. Y lo hizo porque no tuvo la pelota y corrió en exceso detrás del rival. Los jiennenses cedieron otro empate que convierte La Victoria en un agujero. El equipo no ofrece en casa las mismas prestaciones que fuera.
José Eugenio Lara / Jaén
Era el momento propicio para dar un golpe de autoridad y despegarse de los rivales directos, pero, como cíclicamente le sucede al Real Jaén, cuando más necesita el triunfo menos lo agarra. El equipo de Terrazas se encontró con un partido problemático, lleno de aristas y con mucha orografía. Complicó las cosas sobremanera que el filial se apoderara de la posesión de la pelota y que la
llevara de un lado a otro con aseo y sentido. El Real Jaén fue correr, correr y más correr. Se desgastó y se desfondó por el esfuerzo que le supuso ir detrás del esférico. Cuando lo tuvo, tampoco aireó sus virtudes, porque abusó del juego directo y del patadón frontal. No interpretó el conjunto la sinfonía que esperaba la afición para doblegar a un oponente bien puesto sobre el campo y con una consigna clara: jugar el balón.
El Real Jaén no supo cómo hacerse con el instrumento fundamental del partido. No presionó tan arriba ni con tanta intensidad como en otras ocasiones, posiblemente, porque el desgaste le cambió la perspectiva. El partido dibujó un perfil extraño y llegó a transformarse en una ruleta incierta y áspera. Fue de esos encuentros que suelen perderse por algún error concreto o por el acierto notable de un delantero. Sólo ahí se cruzó el juego. El Real Jaén estuvo impecable en defensa —únicamente hubo algún desliz sin importancia—, mientras que el Betis B se disolvió cuando se plantó ante Dani Hernández. Carreño tiró de velocidad para superar a sus defensores y a veces lo consiguió. Pero cuando tuvo el gol, el punto de mira se le desvió. Su esfuerzo fue considerable, pero ineficaz. Quizá porque se encontró con una defensa bien construida y perfectamente coordinada en las coberturas y a la hora de dibujar la línea. Achicó, además, los espacios con naturalidad y destreza. Acompañó un portero que guardó bien la espalda y que, tácticamente, siempre estuvo en su sitio. También sobresalió debajo de los palos. Las dudas se esfumaron pronto.
La sensación de peligro para el Betis B llegó cuando Arriaga entró en contacto con el balón, que fue en pocas ocasiones y casi siempre muy lejos de la portería. No hubo otras alternativas. El equipo circuló por el centro y dejó libres los costados, cuando por esas zonas encontró las dos mejores jugadas en la primera parte, en dos acciones nacidas en las botas de Calderón. En una Geni acarició el gol y en la otra el lanzamiento de esquina se quedó en el travesaño. No tuvo más llegada el cuadro de Terrazas, que en la primera parte buscó el cuerpo a cuerpo y la alternancia. La segunda fue muy distinta. Corrió tanto detrás de la pelota que las pocas veces que la tuvo no supo qué hacer con ella. El periodo fue verdiblanco. El Real Jaén estaba enroscado y cerrado en su trinchera. Ni los cambios lo sacaron de la dificultad. Eso sí, las sustituciones rivales le dieron pausa y algo de alivio. El equipo acabó extenuado y con rostro de sufrimiento. No fue para menos. No tener la pelota terminó siendo un suplicio.