Denuncia vecinal que pone en tela de juicio el control del Parque
La denuncia de vecinos de Coto Ríos, publicada por este periódico el pasado miércoles, sobre las vacas abatidas en pleno Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas y cuyos cadáveres fueron abandonados en zonas tan sensibles como los márgenes del río Guadalquivir es una acusación lo suficientemente grave como para que algún responsable bien del parque o de Medio Ambiente de un paso al frente y explique qué ocurre, quién se encarga de la eliminación de este ganado abandonado y quién es el responsable de la retirada de los animales.
El problema en la zona es antiguo, como se publicó en este diario en repetidas ocasiones, un ganadero dejó durante años que el rebaño se moviera sin control y después de numerosas y cuantiosas multas, tras su muerte las reses constituían un peligro en la zona y un problema para los agricultores. Si como se relata por parte de los vecinos —explicación que también hace suya el Partido Popular— las reses son abatidas por personal del parque, es difícil de explicar el modo de actuación y, menos aún, que no se retiren los animales como manda la ley. Las especulaciones sobre qué se hace con los terneros también son tema de conversación en la zona. Los responsables del parque deben dar una explicación cuanto antes para aclarar lo sucedido y si desde el ámbito público se hubieran cometido irregularidades que se depure la responsabilidad de los implicados. Las acusaciones sobre la impunidad en el Parque hacen daño también a la imagen de un espacio que, sobre el papel, cuenta con los suficientes organismos de control para hacer cumplir una ley que es igual para todos. La fotografía de una vaca muerta por un disparo no es ejemplo de ninguno de los valores que tiene el mayor espacio natural de España. Que los cadáveres permanezcan al lado de un río con el riesgo para la salud de los vecinos es aberrante.