Denominación de origen
De donde no hay, no se puede sacar. El otro día, el amigo de un amigo me comentaba que se 'apuntó' a uno de esos cursos subvencionados, de dinero procedente de Dios sabe dónde. No sabía si era de los sindicatos, de la Junta o de la UE. Instituciones todas ellas, oye. Lo que sí tenía claro era la procedencia del inspector. Su denominación de origen, que lo mismo en esos menesteres es obligatorio lucirla.
El tal era de la Junta. Y convencido. Como debe ser. Nada más llegar y advertir de la no gratuidad del curso, toda vez que no sólo la educación y la sanidad lo son, sino que la formación, como casi todo lo que hacemos, conlleva un gasto. Que alguien tendrá que asumir, voluntaria o forzosamente. Una vez advertido eso, procedió a dar su indirecta,parcial y totalitaria charla política. Y vergonzante (que no vergonzosa porque para eso hay que tener). Sin venir a cuento, y tras su tercera-cuarta frase, inició su andadura repasando los temas, que interesan, de la actualidad: “yo lo que no soporto es que los dineros se vayan a Suiza”. Algo que repitió varias veces, con su sonrisa sarcástica y su poco o nulo humor. Tal vez tras su condición intimidatoria de inspector obtuvo alguna leve sonrisa, complaciente, partidaria. El amigo de mi amigo le “recordó” temas candentes, como las jubilaciones, o esos Eres andaluces que tanto nos avergüenzan, pero el tipo estaba tan concentrado en su campaña que pensaba que venía a reforzar su aprensión por el desvío monetario a paraísos fiscales. El chaval es de los hastiados por la clase política, sin decantarse por hemisferio alguno, pero tener que soportar un mitin, de un funcionario, de la enjuiciada clase política andaluza, no le pareció lo más objetivo u honesto. Pero bueno, no solo los ramos están llenos de …
Profesor de Formación Vial
Francisco J. Peinado