19 mar 2014 / 23:00 H.
Desde Jaén. Se dice que la democracia es la participación del pueblo. Siempre me ha costado trabajo pronunciar ese concepto y aplicarlo a algo en la práctica de la política en España. Un excelente artículo de Jorge Urdánez, profesor de Filosofía del Derecho, me recordó este tema. Y la Editorial “La Linterna Sorda”, 2013 acaba de publicar “La Ficción democrática”. Con textos de Albert Libertad, (1875-1908). Sebastián Faure (1858-1942) y Ricardo Mella (1861-1925). Textos que giran en torno al mito de la democracia representativa burguesa, abundando en su falacia, su formalismo vacío, sus ficciones y su falta de legitimidad. Textos incendiarios contra el Estado (estos autores estaban próximos al anarquismo, contrarios a toda autoridad, viniese de donde viniese), la autoridad, el conformismo de los dominados y la impunidad con que se mueven los dominantes en un sistema hecho a su medida. En realidad nada nuevo que no estemos sufriendo hoy, pero tal vez por eso sea necesario acercarse a leer a estos maestros que ya denunciaron hace cien años los mismos males que hoy nos acechan con igual virulencia. Sus enseñanzas para acabar con esta actuación nos animan desde el más allá para ponerlas en práctica. El Gobierno de hoy, amparado en su mayoría absoluta dentro del Congreso y Senado y la escasa fuerza política de quienes le antecedieron en el gobierno. Rajoy achaca la situación actual y todos los males al anterior equipo de gobierno. El “jefe” de esa oposición fue ministro en varias etapas y diferentes carteras. Pero olvida o niega que los incumplimientos de su programa electoral se deban a presiones del capitalismo extranjero (recuerdo que cuando Obama fue elegido presidente de los EE UU, un periodista comentó: EE UU estará gobernado por un negro, rodeado de judíos. O sea, que el dinero es el que gobierna en el mundo occidental (el otro también se está volcando por esta pendiente). Tratan de “coparlo” todo. Una muestra: “Los jueces decanos critican la “contaminación política” del Consejo General del Poder Judicial”, en “El Mundo”, 19-12-2013. Saben que con la justicia “comiendo en su mano” tienen muchos resortes controlados. Que se lo pregunten a los jueces Elpidio y Garzón. Y “ La reforma que acaba con la justicia universal (prohibición de que jueces españoles tramiten denuncias de crímenes ocurridos fuera de nuestras fronteras, aún tratándose de españoles/as. Casos Couso, Anguita, etcétera) en España ha supuesto todo un hito de velocidad en el Parlamento (aún contando con el rechazo de toda la oposición parlamentaria. Y en relación con la modificación de la ley del aborto (que ha levantado ampollas en todos los estamentos, en especial de las asociaciones de jueces y mujeres), ocurre exactamente lo mismo. Y para escarnio la “conferencia” de prensa que el jefe de Gobierno celebró “desde un televisor de plasma”. Claro, así lanzaba su perorata y evitaba las preguntas. Los periodistas, si hubiesen tenido dignidad profesional, se hubieran marchado. Desde el regreso de Alfonso XIII se crearon dos partidos (llamados liberal y conservador), que se fueron turnando en el gobierno; apareció el término “turnismo” para definir este sistema de gobierno. Un partido se “quemaba”, el rey lo destituía y se convocaban nuevas elecciones, que de una forma “pactada” de antemano, concedía el gobierno al otro equipo. Cuando este sistema se “quemó”, apareció el General Primo de Rivera, que sirvió de parachoques para que el rey no saliese implicado en diferentes asuntos, en especial la guerra de Marruecos. Dimitido el jerezano, (a mí nadie me “borbonea”, frase del militar) le sucedió el General Berenguer (recuerden la famosa frase de Ortega y Gasset: “el error Berenguer”.) A este le sucede el Almirante Aznar, que ante la presión política en el Parlamento, convoca elecciones municipales. Y aunque los monárquicos alcanzaron mayoría, el Rey comprobó que “había perdido el afecto de sus súbditos” (según frase de su carta de despedida) marchando al exilio. El 14 de abril de 1931 se proclama la Segunda República española y tras varios avatares es elegido primer presidente Niceto Alcalá-Zamora. En febrero de 1936 el Frente Popular (socialistas, republicanos y comunistas “unidos”), ganan las elecciones. El 17 de julio parte del ejército se subleva en Marruecos.