Demasiado ruido

Cuando se le da demasiada importancia a algo que, en realidad, no la tiene, acaba teniendo mucho más eco. Cuando eres pequeño, por ejemplo, y el típico matoncete de tres al cuarto de tu clase venía a tocarte la moral, lo mejor era dejar patente tu tranquilidad de cara a esos indeseables. Es decir, parecer que no te importa lo que te digan para que, así, dejen de hacerlo. Para que caiga por el propio peso del aburrimiento y del olvido. Creo que ese es el error que estamos teniendo en el mundo del fútbol. Cada tres años, por unas cosas u otras, la final de la Copa del Rey ha terminado con el Barcelona y con el Athletic de Bilbao enfrentándose entre sí, con las consiguientes consecuencias de siempre: Los famosos pitos. Esta ha sido la tercera final desde hace nueve años, y veo los mismos fallos desde la prensa y, sobre todo, desde la gente, que creo que le da demasiada importancia a algo que no la tiene. Sencillamente, ¿qué nos importa que los aficionados de estos equipos piten el himno en una final? ¿Acaso nos afecta a nosotros el hecho de que se rechaza un símbolo como es un himno? Da igual, realmente. De hecho, la Constitución dice que los pitos no son algo ilegal, sino que sirven como rechazo a una libertad de expresión. No estoy de acuerdo con que se rechacen las cosas de esta manera, pero, ¿qué más nos da a nosotros?

    02 jun 2015 / 15:20 H.