Dejando de ser patito feo

Todo este tiempo atrás, creyéndonos a pies juntillas lo que nos han dicho, por activa y por pasiva, por el derecho y al revés, y ahora resulta que las cosas se hacen de otra forma, y la realidad evidencia algo bien distinto. Cuánto tiempo haciéndonos eco de las innumerables voces que nos decían que Jaén no tiene atractivos turísticos. Que nuestra ciudad carecede encantos para airear. Cuánto tiempo creyéndonos el patito feo de una tierra tan eminentemente turística como es España, como es Andalucía.

    13 nov 2015 / 12:29 H.

    Cuánto tiempo aceptando como válidas, las numerosas excusas de nuestros gobernantes que justificaban nuestro declive en la ausencia de encanto de nuestra ciudad. Y mientras tanto, observando, atónitos, cómo otros lugares, algunos muy poco agraciados, por cierto, pero que como cuentan con la mano afortunada de políticos con ideas contemporáneas e interesantes, prescinden del concepto trasnochado  de cómo trabajar por una tierra y sus gentes, y se enfrascan en proyectos ilusionantes y con ingenio. Pero ahora, en Jaén, algo ha cambiado. Como si una fuerza todopoderosa hubiera iluminado las mentes de quienes nos dirigen, y les inspira a tomar decisiones que, sencillamente, están resultando ser acierto tras acierto. Así, éxito rotundo, y sin precedentes, en nuestra ciudad de la II Fiesta Anual del Primer Aceite de Jaén. Calles abarrotadas de gente. Bares y establecimientos de restauración, en general, rebosando de clientes. Paradas de taxis, con gente aguardando su turno, mientras esperan la llegada de algún coche. Comercios abiertos hasta altas horas de la noche. Monumentos abiertos al público, haciendo las delicias de propios y extraños. Jaén se ha convertido en una ciudad moderna, bulliciosa, fresca y alegre. Ahora la pregunta es ¿Hasta cuando? Esperemos que no se haya tratado de un mero espejismo y que, en las próximas fechas navideñas, nuestros dirigentes no vuelvan a la apatía a la que nos tenían acostumbrados y pongan en marcha actuaciones que enorgullezcan a sus gentes. Prescinden del concepto trasnochado  de cómo trabajar por una tierra y sus gentes, y se enfrascan en proyectos ilusionantes y con ingenio.
    Manuela Ruiz