Defectos a casi todo
La última encuesta del CIS señala que los españoles consideramos como uno de los mayores problemas de España a nuestros políticos. El tercer puesto en el escalafón, detrás del desempleo y la situación económica. Es decir, que quienes tienen que resolver los dos primeros problemas, y los demás, son considerados un problema en sí mismo y por lo tanto se perciben como incapaces o inhabilitados para hacerlo.
Esta mañana acabo de escuchar en la radio a una representante de UPyD y a otro de izquierda unida, que son quienes están recogiendo en términos de apoyo el desencanto de los ciudadanos, decir que eso no va con ellos. Bueno, una cosa es que los decepcionados por los dos grandes partidos busquen refugio en otras alternativas y otra que éstas estén al margen de la marea que recoge el CIS: lo de “cuando las barbas de tu vecino”. En el fondo de todo subyace algo que desde hace tiempo y por muchos observadores se ha venido señalando: los políticos, y los partidos, son instrumentos para cambiar, transformar, mejorar, etcétera, la sociedad en que vivimos. Cuando, por una parte no se percibe que cumplen esa función, si no que están en otras cosas y, por otra que quién realmente dirige el cotarro no se somete al escrutinio de las urnas, aunque sea el que mece la cuna, se produce una deriva muy peligrosa. Y no me refiero a UPyD e IU, que tienen todo mi respeto, sino a la flora que crece en tan peligroso caldo de cultivo, abonado por la intransigencia, el dogmatismo y los fanatismos de cualquier índole.
Empresario
Paco Zamora