Decencia de la política
Por primera vez vamos a poder vivir un mes de enero diferente en Jaén, sin los habituales 'tajos' de aceituneros en el campo, y los tractores ocupando el centro de nuestras carreteras comarcales. Por desgracia esta foto diferente de un enero sin cosecha, va a traer como consecuencia, que los trabajadores del campo pierdan más de 300 millones de euros.
Si las cosas funcionaran bien y la política cumpliera su papel, estos datos deberían haber sido suficientes, para que el Ministerio de Trabajo estableciera ya medias extraordinarias para asegurar a los trabajadores del campo, que van a poder cobrar su prestación por desempleo, que es la que les permite “ir tirando” al menos durante unos meses. Espero que tengamos una buena noticia esta semana por parte del Ministerio, después de la presión que se ha venido haciendo desde todos los ámbitos, porque cuando hablamos de desafección hacia la política y de descrédito de los políticos, estamos acordándonos de casos como éste, donde ante problemas graves no se priorizan respuestas. Desafección y descrédito genera la falta de soluciones a problemas graves y desafección y descrédito generan casos como el del señor Güemes, exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Este señor, pasó de privatizar un servicio en su etapa política, al consejo de administración de la empresa a la que casualmente se le ha concedido ese servicio. Siempre he defendido que la política tiene que ser un espacio abierto y flexible, que permita entradas y salidas para evitar que no solo los funcionarios o los parados se puedan dedicar a ello. Por eso creo, que nada de malo hay en dedicarse a lo público y lo privado alternativamente. Cuantos más profesionales y buenos gestores haya en la política, mejor será. Pero una cosa es pasar de la actividad pública a la privada y otra utilizar las responsabilidades públicas, para hacer tráfico de influencias o buscar oportunidades de negocio para los amigos. No todo vale en política y su índice de desprestigio tiene que ver fundamentalmente con eso. Si queremos volver a prestigiarla solo por la vía de la decencia y de la ética podremos conseguirlo. No solo basta con que nuestros comportamientos sean legales, tienen que ser dignos. Mientras la ciudadanía rodeaba el Congreso reclamando una salida más humana y solidaria a la crisis económica y política, un grupo de intelectuales y filósofos agrupados bajo el Círculo Cívico de Opinión se reunía hace unos meses en Madrid, reivindicando precisamente recuperar la ética para una nueva democracia post-crisis. Como bien apuntaba Victoria Camps allí, “Todos los fallos de la crisis actual se pueden explicar por deficiencias éticas o morales” así pues, apliquémonos el cuento.
Isabel Martínez es periodista y exsecretaria general de Política Social