Debate sordo de vuvuzelas

En la gustosa resaca del Mundial, con su contagiosa celebración, el debate sobre el estado de la nación fue como esa cita con el dentista que siempre pretendes posponer. Sabes que la necesitas, pero das por hecho que mientras no te duela puedes dejarlo para otro día. El problema es que España —tiqui taca al margen— tiene graves achaques que requerían una cita de mayor altura. Pilares económicos picados, liquidez económica obturada, desempleo vírico y sarro corrupto en las paredes del sistema. Un poema.
Sin embargo, sus señorías prolongaron sus días de trabajo para cubrir el expediente de cara a la galería, porque el debate no pasará a la historia parlamentaria ni por la esencia ni por las formas. Como los centrales italianos, faltos de cintura, enrocados en numantinas posiciones previas, Zapatero y Rajoy subieron al estrado para contentar a sus respectivas y convencidas aficiones, al toque de vuvuzela. El presidente tiró de manual pedagógico para explicar el viraje dado en el timón del gobierno y asumió en primera persona el coste político de los recortes venideros: “Cueste lo que cueste, me cueste lo que me cueste”. Ahí queda su titular, pero sin más letra, un estribillo inacabado. Poco o nada avanzó de cómo, cuándo y dónde se meterá la famosa tijera. O fue por cortesía veraniega para los sufrientes o por no dar pistas para una oposición que daba por hecho que otro conejo saldría de la chistera. La asunción de responsabilidad fue valiente, pero era el momento y lugar preciso para que el capitán de la nave explicara el rumbo a la tripulación y los puertos futuros donde fondearemos. Más si cabe, con el motín de la huelga con fecha fija. A Mariano Rajoy, por su parte, no se le espera. La táctica pasa por no dar la nota, apuntar en la línea de flotación del Ejecutivo y esperar las múltiples vías de agua de la nave. Los vientos le son tan propicios que hasta sin aportar nada, hay encuestas que le dan ganador por la mínima (La del CIS, por el contrario, da como claro ganador a Zapatero). El estribillo inacabado de Mariano: “Adelanto electoral”.
Cartografía variable. El mapa financiero andaluz que un día pergeñara Griñán sobre la mesa de la Casa Rosa no cuadra. Las coordenadas trazadas se emborronan y la gran caja única andaluza pierde activos. Finalmente, el proceso de subasta de Cajasur, supervisado por el Banco de España, adjudicó la entidad al Bilbao Bizkaia Kutxa (BBK). Sorpresa mayúscula con argumentación pecuniaria: Se eligió la del menor coste para el erario público. Toda la carne política se puso en el asador y toca gestionar nuevos escenarios al margen de cartografías preconcebidas y aritméticas políticas variables.
Vías políticas. Las obras del tranvía enfilan su recta final. “El bicho” es la criatura a la que confían buena parte del crédito político en el equipo de Gobierno. Dicen que lo peor ya ha pasado (esta semana rectificaron los trabajos nocturnos por el lógico enfado vecinal), pero la madre de todas las batallas será conciliarlo con el tráfico. ¿Están hechos los deberes de reordenación? Policías sostienen que nones.
(En clave de humor, vía Ignacio, para aquellos agoreros que ven problemas de espacio y tráfico con el tranvía en Jaén. Vídeo de cómo "se lo montan" en el mercado de Bangkok. No hay nada como adaptarse a la circunstancias).