Debate abierto sobre el papel militar de España en Afganistán
El nuevo soldado español fallecido en Afganistán eleva ya a 88 el número de víctimas mortales del contingente de nuestro país desde que comenzase el despliegue en enero del pasado año 2002. Se trata de la misión humanitaria en la que más militares españoles han perdido la vida, por lo que hasta cierto punto resulta lógico que se reabra de nuevo el debate sobre la necesidad de retirarse del país afgano.
En esta ocasión, el ataque parece que no fue premeditado contra los españoles expresamente, pero es evidente que el peligro está ahí para todos, aunque no exista un destinatario concreto de los atentados. Es el momento de plantear una evaluación de la situación actual en territorio afgano donde, a todas luces, se ha recrudecido de manera notable la violencia fundamentalista. Precisamente, ayer se cumplían ocho años de la invasión estadounidense, efeméride que los talibanes aprovecharon para difundir el mensaje de que hay que estar preparados “para una guerra larga”, pese a que no tienen intención de atacar a los países europeos.
Las misiones humanitarias, como la que se desarrolla en el país asiático, no están exentas de un claro riesgo, una circunstancia que los propios militares tienen siempre presente, pero que muchas familias puede que no interioricen con nitidez. La solución no puede ser huir del lugar, por más que se ponga la vida en peligro, sino facilitar todos los medios necesarios al alcance a nuestro contingente para garantizar al máximo que puedan desarrollar su labor con seguridad. Aquí es dónde comienzan a jugar importancia detalles como que el tanque que ayer sufrió el ataque, aunque era blindado, no estaba adaptado para responder a ese tipo de explosiones. Defensa tiene previsto sustituirlos por otros específicos anti minas, una renovación de la flota que, al menos en esa misión, debería ser prioritario.