De un trabajo fijo al gran negocio
De entrada, el nombre suena bastante bien: “El costurero creativo”. Y es que, precisamente, creatividad e imaginación es algo que a Pilar Pulido “le sobra”. Esta marteña es “valiente” y ha decidido, a sus cuarenta y ocho años, dejar un trabajo fijo en Valeo Iluminación —pidió una excedencia— y montar el negocio de sus sueños. Abrió el pasado lunes sus puertas, se ubica en la calle San Antonio de Padua y, nada más entrar por la puerta, los clientes se percatan de que se trata de una firma muy especial, no solo por el espectacular decorado, realizado por la propia emprendedora, sino también porque es una mercería en la que se puede encontrar hasta lo inimaginable y, además, se imparten talleres para aprender a realizar manualidades y “arte” de todo tipo, desde lo convencional hasta lo más atrevido.

Nada más comenzar esta “aventura”, Pilar Pulido se encontró con una respuesta excelente, y eso que, como admite, arriesgó mucho. “Quería una mercería creativa, pero que, además, ofreciese un servicio extra, como los talleres de lana, de punto de cruz, de corte y confección, de bolsos o de otros trapitos, hasta de gomaeva o para hacer lazos para las niñas”, señala, y agrega: “La verdad es que me he visto desbordada. No esperaba tan buena respuesta de la gente”.
Confiesa que le encantan las labores, pero es difícil encontrar “algo diferente” e, incluso, ni en la misma ciudad de Jaén se pueden adquirir a veces determinados productos. “Al final, decidí tirar hacia delante. Hice yo misma los mostradores, las estanterías y prácticamente todo lo que se ve aquí. Tengo cuarenta y ocho años y pensé: si no es ahora, no es nunca. Y así fue como decidí dar un giro radical a mi vida”, precisa.
ARTESANÍA. También el taller de las labores es un lugar con mucho encanto, en el que domina la madera y no falta, por supuesto, la máquina de coser.
“Es lo más especial que tiene el negocio”, aseguró, a la vez que precisó que, en la tienda, se puede encontrar desde productos de mercería tradicional, como corchetes, lanas, agujas, hilos y dedales, hasta lo más novedoso.
“No falta la pasamanería con pedrería, las plumas de oca y otras plumas para hacer tocados, que ahora están tan de moda”, detalló, para comentar: “Además, tengo flecos con una especie de plumajes y, para las asas de los bolsos, hay plástico, piel o bambú. También toco algo de metálico para los complementos y hasta para hacer macramé, que es la forma de hilo hebreo, y que con piedrecitas quedan muy bonitos los talleres”. Toca, incluso, el “patchwork”, esos “trocitos de tela” que se ven en películas americanas y con los que se hacen edredones.
Pilar Pulido está convencida de que el mundo de las labores “gusta” y de nuevo se ha puesto “de moda”. Aunque no a todo el mundo le atraen los bordados o el punto de cruz, sino que prefieren las nuevas tendencias. El negocio apenas lleva abierto tres días y ha encontrado una mejor respuesta de la que esperaba. Sobre todo, porque numerosas vecinas no tienen más remedio que “detenerse” al ver un local tan “creativo”, fruto de lo que desde hacía tiempo había soñado. Se trata, según esta emprendedora, “del negocio de su vida”.