De paseo por las calles

Cada uno lo hace a su manera, en unos lugares llega el Papá Noel, en otros los Reyes Magos, otras casas reciben a ambos, pero en todas las casas hay un esfuerzo por agradecer el cariño y arrancar una sonrisa a las personas más cercanas, no sólo a los niños. La inacabable crisis no impedirá que seamos capaces de poner un poco de ilusión.

    26 dic 2011 / 17:06 H.

     Sin embargo, por lo visto estos días, la ilusión no necesitará de grandes dispendios; se ve menos gente haciendo compras, se ven menos paquetes por las calles. En todas las ciudades hay un denominador común, un elevado número de locales comerciales cerrados. Hace ya años que echo en falta el enorme escaparate que se llenaba de juguetes cada año en diciembre, en el que pegábamos la nariz para ver los trenes eléctricos o las pistas de coches, deseando que los Reyes Magos eligieran uno de esos para depositarlo junto a mis zapatillas. No sucedió nunca, pero no por ello dejó de ilusionarme la mañana del 6 de enero. Este año me he propuesto buscar entre las tiendas del centro de la ciudad y del barrio, huyendo de los centros comerciales. No lo hago por evitar la aglomeración, lo hago por el gusto de pasear por las calles poniendo mi grano de arena en el bullicio, pero también porque soy un firme convencido de la necesidad de mantener el comercio local, de mantener la vida de las ciudades utilizando los comercios de barrio y las tiendas urbanas. Hace poco, en una ciudad encontré hasta catorce locales comerciales cerrados. Más de una docena de proyectos finalizados, muchas ilusiones frustradas, probablemente, docenas de puestos de trabajo extinguidos. Mientras tanto, a las afueras, todo está lleno de eso que llamamos “grandes superficies”, en los que encontramos de todo, ciertamente, menos el calor del trato personal y cercano que nos prestan las pequeñas tiendas de la ciudad. Una de las cosas que más me irritan es no poder ir al cine caminando. El pequeño comercio le da vida a las ciudades, hace que el paseo por las calles sea agradable y se pueda producir el encuentro casual con algún amigo o familiar con quien compartir una taza de café o una caña. El comercio de la ciudad genera empleos y, lo que es importante, deja los beneficios en la ciudad, frente a los que obtienen las multinacionales que, además, condicionan los precios y limitan la competencia. Ayudar al comercio de nuestra ciudad es enriquecer la ciudad, es mantener el gusto por el paseo tranquilo, es mantener el empleo. Por eso es necesario regular los horarios, porque el pequeño comercio no puede mantenerse abierto horas y horas cada día de la semana.

    Enrique González Fernández es médico y diplomado en Gestión de Áreas Hospitalarias