De nuevo, un grito de socorro: ¡Hundimiento de una cripta de Vandelvira!
Se dan sucesos de los que un cronista no hubiera querido hacerse eco nunca, pero sobre él pesa la losa del deber. En este caso se trata del hundimiento de la cripta de un templo del s. XVI, obra del simpar Andrés de Vandelvira. En concreto me refiero al templo de El Convento de los Dominicos, localizado en La Guardia de Jaén, hoy templo parroquial.
Una vez que asistí a la información pública y documentada que el párroco, Manuel Alfonso Pérez, dio el pasado día 21, después de misa, me atrevo a decir: El día 20 de septiembre pasado, acabada la celebración de un entierro, se notó que parte del crucero del templo estaba ligeramente hundido, lo que motivó que se cerrara la iglesia parroquial hasta averiguar el motivo que lo había producido y reparar los daños.
Inmediatamente, se decidió levantar la losa que cierra la entrada a la cripta, situada debajo del crucero, y la sorpresa fue que la cripta se encontraba llena de agua hasta una altura de un metro y medio aproximadamente. Inmediatamente, se comenzó a achicar agua mediante una bomba, pero lo mismo que se extraía el agua, ésta volvía a entrar. Por ello, se hicieron varias catas en la red pública del agua, y se dio con una rotura que se había producido a unos ochenta metros de distancia en la calle por la que se baja al templo, ruptura que venía de bastante tiempo atrás, según decían. Una vez arreglada la tubería dejó de entrar agua y se pudo sacar lo que quedaba en la cripta. A continuación, se levantó la parte del suelo que se había hundido, un suelo que en el año 1962 se levantó mediante un soporte de tabicas con la finalidad de crear una cámara de aire y de este modo evitar la humedad que se daba en el templo, debida fundamente a la elevación del camino lateral que transcurre por la parte poniente del edificio, llamado ahora “calle Extramuros”. Esta cámara de aire tiene una altura de setenta centímetros, que solucionó en parte el problema de la humedad pero que al mismo tiempo rompió la armonía, el equilibrio y la proporción, características propias de la arquitectura del Renacimiento, y perfectamente conseguidas por Vandelvira en todas las obras que realizó y muy particularmente en ésta de La Guardia. No me imagino, pues ya no serían modelos del Renacimiento, la Sacristía de la Catedral de Jaén con el suelo elevado setenta centímetros, como tampoco me puedo imaginar la Capilla Sepulcral de El Salvador de Úbeda en esas mismas circunstancias. Este templo de La Guardia, también fue concebido por Rodrigo de Messía, señor de la Villa, como Capilla Sepulcral, además de ser la capilla del convento fundado por él.
Levantado este suelo, se observó que el suelo original, constituido por losas de piedra, se encontraba vencido, por lo que a instancias de los peritos se levantaron las losas (alguna de las cuales llegaba a pesar 80 kg.) para subsanar en raíz el problema. Reanudada la labor por los operarios, después de haber almorzado, se ofreció un espectáculo caótico: la cripta estaba hundida.
Durante días se ha estado sacando escombro, y separando y guardando todos los restos humanos que se hallaban. La cripta ha quedado caída, limpia de escombros y al aire.
Se está estudiando un proyecto de restauración por parte de la Delegación Provincial de Cultura y el vecindario en su totalidad espera desolado que se realice un estudio exhaustivo de las causas que motivaron tal hundimiento; que se conozca y analice cualquier otro daño colateral que se haya podido producir en otra parte del edificio; que se pida plena responsabilidad a los responsables causantes de tal desastre; y que la restauración que se acometa habilite perfectamente al templo para el culto, que es su finalidad propia, pero sin olvidar que una obra arquitectónica de este calibre, de la que la villa se siente orgullosa, debe lucir con todo su esplendor de armonía, equilibrio y proporción, del que, en el siglo XVI, la dotó inicialmente en su traza y ejecución el nunca suficientemente valorado Andrés de Vandelvira.