De nativos y analfabetos

En una estantería de mi casa está enmarcado un antiguo chiste de Mingote, el impagable y añorado Mingote. Unos mozos de pueblo, boina calada, alpargatas y gesto humilde escuchan al señor del puro, trajeado y que, con gesto de gran suficiencia, les dice: 'La cultura encierra grandes posibilidades. Por ejemplo, yo, que aprendí a leer de pequeño, un día, si quisiera, podría leer un libro'.

    09 nov 2012 / 18:51 H.

    La viñeta apareció a propósito del Día de la Alfabetización. Y viene esto a cuenta, pues, la semana pasada, una joven que impartía una ponencia en un curso al que yo asistí, nos reveló que los mayores de 50 años, solo por tenerlos, formamos parte de los llamados analfabetos digitales. No importa nuestro conocimiento de las nuevas tecnologías. Somos lentos y detallistas, aprendemos con libros “físicos” —ni químicos ni gaseosos— y solo sabemos hacer una cosa a la vez. Por el contrario, los nativos digitales, nacidos a partir de 1995, utilizan solo los formatos visuales, se comunican por redes sociales, utilizan el móvil para todo menos para hablar y realizan montones de tareas a la vez. En la franja media, se apelotonan los inmigrantes digitales, nacidos antes de 1995, que andan los pobres intentando digitalizarse contra viento y marea, pero no, no están a la última, el iPod o el iPad les trae locos. Y me he mosqueado. Y voto a bríos que hay una gran diferencia entre analfabeto e ignorante. Esencialmente que el primero sabe que lo es.

    Periodista
    Manuela Espigares