De la invisibilidad

Se ve claramente esta actitud del gobierno de no aparecer en los medios ni dar cuentas. Fantasmas, demagogia, fogueo, concesiones a la Iglesia y a los ultramontanos, como en el aborto. Dos años de inacción y escándalos. El liberalismo propone una sociedad en la que la vida pública se reduce a estos niveles de desaparición.

    23 ene 2014 / 18:41 H.

    Dejar hacer a la economía y que la política no intervenga, aunque ya sabemos que en cuestión de rescates a bancos no hay escrúpulos para pedir prestado. No se sostiene este modelo basado en la economía, donde nadie tiene derecho a decir nada, y sí tantas obligaciones, sobre todo para devaluar nuestro poder adquisitivo. La democracia es otra cosa. Ningún sistema es eterno, pero mientras tanto —y la cosa durará— las oligarquías amasan la riqueza y las clases populares, los trabajadores y las clases medias, vemos mermadas nuestras posibilidades de progresar. Decir clase media en España hace una década significaba bienestar, hoy es sinónimo de clase venida a menos, serios problemas para llegar a fin de mes, estrecheces. Como forzado, Mariano Rajoy ha aparecido dos veces en dos años y con preguntas pactadas, porque ni se le mencionó Bankia, ese gigante que ha destrozado el sistema financiero español. Y además no dijo nada, excepto que confía en que la Infanta será declarada inocente. Eso ya lo sabíamos también. Él y sus ministros, con su política de no hacer política, se parecen al hombre invisible, que intenta ocultarse pero se le reconocen las pisadas en la arena.

    Escritor
    Juan Carlos Abril