De ética y estética
Todos sabemos que la ética es una rama de la filosofía que se ocupa del estudio racional de la moral. Es una rama importante por que requiere de la reflexión y de la argumentación y se relaciona con la antropología, con la ley y con las ciencias que estudian el comportamiento humano, por lo que es imprescindible para el desarrollo de cualquier labor que se realice en el marco de una profesión o de cualquier acción que pueda afectar al bienestar de una sociedad y por ende de sus personas.
La ética a nivel general no impone sanciones legales, es un código de principios, motivo éste por el que se ha estado luchando para que forme parte intrínseca de nuestro sistema educativo. Por otro lado, la estética es la rama filosófica que estudia el origen del sentimiento puro y su manifestaciones tanto externas como internas (belleza, magnitud, equilibrio, forma, armonía). Casar la ética con la estética debería de ser casi de obligado cumplimiento, sobre todo para aquellos que nos representan, sobre todo para que nosotros, los representados nos veamos noble y legalmente representados. Se está produciendo un vocerío a nivel político en este país que dan al traste con la ética y con la estética, y lo malo de ello es que las manzanas podridas del sistema político no dejan ver ni apreciar a los muchísimos políticos —éticos y estéticos— que nos representan, por que algunos se han empeñado en abolir la política sin presentar alternativas a ella. Es lo que tiene el calor, los días son más largos con lo que podemos dedicarnos incluso a pensar, y hasta es posible que nos dé por filosofar a nivel elemental.
Ana Barberán