La otra Elvira Lindo

La novela “Lo que me queda por vivir” es un punto kilométrico en la vida de la protagonista y creo también en el de Elvira Lindo en el que ambas deciden pararse y recordar. El ejercicio del recuerdo de sus piezas vitales les sirve para explicarse lo que son y lo que fueron. Antonia, esa joven madre soltera, convaleciente de soledad, dice en un momento del relato que hay sensaciones que pierden su valor en cuanto las convertimos en palabras. 

    08 oct 2010 / 09:35 H.

    Sin embargo, esta novela intimista la contradice, porque encontrará el lector -al margen de escenarios cercanos, como el retorno a la casa del pueblo, la convivencia familiar, las relaciones de pareja- un cóctel de sentimientos en el que también te reconoces. Es fácil entender el sentimiento de orfandad de la protagonista, su necesidad de no mostrar sus sentimientos para no sentirse doblemente dañada. Por desgracia, no nos educan para manejar estos intangibles, no hay un curso en el que graduarse y facilitar así nuestro camino. Aprendemos a tarascadas, mal que bien, a madurar, a gestionar el dolor y la esperanza, a convivir con las pérdidas. 
    Abandonamos la infancia y perdemos la capacidad de mostrarnos tal cual y ese don no se recupera, si acaso, hasta la vejez. En el tránsito, este defecto de fábrica, lo cubrimos con una coraza que creemos nos protege. La fuerza de este libro reside en ser capaz de entrar en esos terrenos pantanosos y mostrar nuestras debilidades, aprender a vivir con ellas y si se quiere, también, a afrontarlas. El peso que soporta la protagonista es duro, le tocó madurar de golpe, tuvo un hijo joven que le apartó de unos caminos, quizá la aisló, pero también fue su asidero, su columna vertebral. Gabriel, su hijo, es su ancla. Hay una bella imagen  en el libro, cuando a Antonia se le sube la falda por el aire, una situación cómica, que el niño, sin embargo, la interpreta con temor, se aferra a su madre y sufre pensando en que se marchará volando, que desaparecerá… Cuando leí la última reflexión de Antonia, al final de la novela, esa imagen regresa y entiendes cómo nos salvan los afectos.
    Siempre esperamos, como en la canción de Omara Portuondo que da título al libro, que lo que quede por venir sea mejor. “Lo que me queda por vivir será entre dichas, porque el sufrir que me ha tocado lo he agotado”. Eso desea Antonia, eso deseamos todos.






        


    Algunas frases de  Elvira Lindo, gentileza de la compañera Diana. 
    -“Mis personajes se nutren de personajes interesantes pero normales”.
    -“Estaba convencida que le gustaría a Antonio, pero también me importaba mucho la opinión de mi hijo. Al final me aseguró que le había retratado tal cual era”. 
    -“Somos prisioneros si lo primero que hacemos tiene éxito” 
    -“Me llegué a bloquear en ocasiones y siempre encontraba excusas para aparcar la novela. Creo que fue por la dificultad que me suponía escribirla”. 
    -“Si los padres somos atentos y observadores podemos saber lo que sienten los hijos. Los niños tienen un alma poética”

     -“A veces me gustaría tener otro nombre, para vivir más tranquila y sin la presión de lo que dirán por algo que escribí en prensa”

    -“Tengo que hacer lo que me pida el corazón. Cuando abandono una cosa, la abandono”.