Dar ejemplo
El gran Einstein dijo alguna vez que “dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera”, y creo que no estaba carente de razón. En una sociedad tan mediatizada como la nuestra, en la que tanta influencia ejercen los líderes de masas —ya no digamos esos iconos que la juventud ve, por ejemplo, en los deportistas de élite— no se puede dejar pasar por alto el mal ejemplo que, en ocasiones, se da a nuestros adolescentes. Piensa el que escribe estas líneas que quienes consiguen la fama y se muestran continuadamente en un escaparate público tienen la obligación de servir como referentes positivos a una sociedad cada vez más pobre en valores y hábitos saludables. Tan intolerable debería ser que un célebre jugador de fútbol se congratule públicamente de no haber leído jamás un libro porque le aburre la lectura como el hecho de que personajes de la muy alta sociedad, que viven de nuestros impuestos, se vean inmiscuidos en turbios asuntos financieros. A ver si de una vez por todas nos damos cuenta de que en una comunidad constituidas por hombres y mujeres de bien, podemos prescindir perfectamente de aquéllos individuos e individuas que prefieran seguir utilizando —por poner un ejemplo— el tálamo como ese instrumento que les permita alcanzar “méritos” que no se puedan conseguir con el intelecto, y lo que es peor, que luego rentabilicen sus presuntas relaciones dando a entender que la horizontalidad es sinónimo de estrellato.
GASPAR SÁNCHEZ Escritor
GASPAR SÁNCHEZ Escritor