Cuentas pendientes contra Garzón

La declaración del juez Baltasar Garzón ante el Tribunal Supremo para hacer frente a la acusación de prevaricación por investigar los crímenes del franquismo es en fondo y forma aberrante. El gol por la escuadra que buscaba el autodenominado sindicato Manos Limpias se consigue por clara omisión de quienes debieron frenar las ocurrencias de un colectivo que tiene al juez entre ceja y ceja. En este caso, y a cuenta del sumario abierto por los crímenes cometidos durante el franquismo, se cruzan dos caminos interesados.

    09 sep 2009 / 15:50 H.

    El primero, el de un grupo contrario a que alguien revise una etapa histórica como la del franquismo que consideran modélica. Si el presidente de Manos Limpias, Miguel Bernard Remón, fue secretario general del Frente Nacional se entiende que cualquier iniciativa que desarrolle la Ley de Memoria Histórica suponga un golpe a su ideario. Un ideario, por otro lado, financiado por algunos ayuntamientos y comunidades del PP, y eso que en su etapa como dirigente de Falange y, según las palabras del propio Bernard, “centrado el PP” quiso arañarle los votos más ultramontanos. Pero a la algarada le faltaba que se sumara esa parte de la magistratura que odia abiertamente la buena estrella del juez, no perdonan sus errores procesales y que lejos de dirimir esta cuestión de competencias vía interna prefieren hacer pasar al juez este escarnio público para indignación de familiares de víctimas del franquismo y sorpresa generalizada aquí y fuera de España.