23 abr 2014 / 22:00 H.
Sucesos dolorosos como el que acaba de vivirse estos últimos días en la Sierra de Cazorla sirven, a pesar de la honda tristeza y la tragedia, para recuperar la confianza en el ser humano. La búsqueda desesperada de Miguel no pudo tener un feliz desenlace. El pasado Jueves Santo comenzó el calvario de la familia que se encontraba pasando unos días de descanso en el camping de las Herrerías, cuando perdieron su pista y comenzó el rastreo para intentar dar con el menor. En el dispositivo de búsqueda participaron varios centenares de personas, un amplio contingente formado no solo por profesionales expertos como Guardia Civil, personal del 112, bomberos de varias provincias o policías de la comarca, sino también familiares y amigos llegados en autobuses desde el municipio cordobés de Montilla, de dónde es natural la familia del chico. Un derroche impresionante de apoyo y de cariño que no tuvo el desenlace esperado. El cuerpo fue hallado el pasado lunes, en una zona distante unos cuatro kilómetros del lugar dónde se perdió su rastro y la autopsia preliminar apunta a un traumatismo craneoencefálico por una caída como causa del fallecimiento, ya que el paraje es escarpado y de difícil acceso. La solidaridad y la cercanía son valores que engrandecen a una sociedad que se supone avanzada y, en ese campo, los jiennenses son y han sido siempre generosos y ejemplo de talla humana.