Cuando salir de tierra jiennense forma parte del plan de estudios
Antes era prácticamente una obligación. La 'carta' de carreras que se impartían en la provincia jiennense hasta no hace mucho era limitada, e incluso las propias matrículas hechas aquí dependían de Granada. Ahora no. Jaén tiene su Universidad, y no una cualquiera, sino amplia y completa, con treinta y siete grados y veintiocho másteres, profesorado más que cualificado, instalaciones completamente preparadas para investigaciones pioneras y todo tipo de servicios que hacen más que fácil la siempre compleja vida en una institución académica superior.
Además, tanto en la capital como en Linares, donde se ubica el segundo campus de la UJA, los precios son módicos —en comparación con otras ciudades— y el transporte cómodo, sobre todo si se trata de estudiantes de las áreas metropolitanas. Pero, con todo, cientos de jiennenses salen de la provincia para acudir a facultades más o menos cercanas.
Las notas de corte, las preferencias de unas carreras por otras o las aspiraciones personales por “salir afuera” o “cambiar de aires” son los principales motivos de un “exilio” temporal de este “éxodo” universitario. Estudiar fuera, en la mayoría de los casos, supone un gasto añadido a las arcas familiares, ya tan mermadas de por sí en esta época de crisis, pues las cosas no valen lo mismo en Jaén como en otros lugares, al fin y al cabo, más caros, como a la hora de pagar los alquileres de las habitaciones o el transporte. Pero a veces el gasto no es tan diferente y, al fin y al cabo, estaría más o menos presente, ya fuera en Jaén o en otro lado, y este es el consuelo que les queda a los estudiantes (y a sus sufragadores) durante los años que dure la carrera —o, también, el máster, pues el tercer ciclo ya no es un mero complemento formativo—. Al final, la “inversión” de futuro universitaria, eso sí, sirve para incorporar experiencias siempre enriquecedoras.
Jesús Vicioso Hoyo /Jaén
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