Cuando el problema es ser lo que se es
Nuria López Priego
No podía ser. Yo también es una película hilarante, fresca, optimista, construida con método y desde el respeto, apoyada en un guion soberbio, inteligente, divertido e irónico al mismo tiempo. Y, sin embargo, no podía ser. Ese es el drama de la comedia, que está estigmatizada para alzarse con el premio a la mejor película en un festival.
No podía ser. Yo también es una película hilarante, fresca, optimista, construida con método y desde el respeto, apoyada en un guion soberbio, inteligente, divertido e irónico al mismo tiempo. Y, sin embargo, no podía ser. Ese es el drama de la comedia, que está estigmatizada para alzarse con el premio a la mejor película en un festival.
Su propio género, el que consigue hacer feliz al espectador y sacarlo, durante una hora y media o dos, de la rutina, de la tragedia que es el día a día, es el obstáculo. La limitación. El lastre. El problema.
Una vez más, queda en evidencia en esta 57 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que se clausuró ayer después de ocho jornadas marcadas por el drama. Por culebrones, algunos de ellos vomitivos, pesados como lápidas, eternos como la muerte.
La Concha de Oro le estaba vedada a Yo también por ser lo que es. Simple y llanamente. En ella, Álvaro Pastor y Antonio Naharro abordan el síndrome de Down de tú a tú. Sin prejuicios. No como una desgracia familiar o social, sino como la realidad que viven millones de personas y que las convierte en gente, no diferente, sino “especial” y tan capaz y humana como cualquiera.
Yo también es integradora y un ejemplo de humildad. Y quizá ese es su delito. Tratar el síndrome de Down sin compasiones. Con naturalidad. Sin las miserias que implica el simple hecho de existir y que son connaturales a la humanidad sin distinciones de clase, género o genética.
Afortunadamente, el estigma que rodea a la comedia no ha ensombrecido el trabajo que realizan la increíble Lola Dueñas y Pablo Pineda. Premiados ambos con la Concha de Plata a la Mejor actriz y al Mejor actor. Precisamente, Pineda ha sido la revelación de este 57 Festival. Sorprende su capacidad para expresar sin palabras las emociones que sacuden a su personaje. Su cara es un libro abierto. Una bocanada de aire fresco y autenticidad en el océano de artificios en el que puede naufragar un actor.
En cuanto a Lola Dueñas, sólo se puede decir “chapeau”. El papel de Laura le queda como un guante. Perfecto. Está espléndida. Arrolladora. Absolutamente creíble y natural. Con su rubio de bote y sus pintas de “cani”, es la diva de los suburbios, la María Magdalena de Yo también, y, en la cinematografía española actual, la reina indiscutible. Verdaderamente, nunca dos premios fueron tan merecidos.